Japonesa exige indemnización a la supuesta amante de su esposo y juez le da la razón

Justicia de Osaka determina que puede haber adulterio sin sexo

Si un hombre casado tiene sexo con una mujer que no es su esposa comete adulterio. Ahí no parece haber discusión, pero si el hombre casado y la mujer que no es su esposa salen a pasear, pasan el tiempo juntos… ¿eso también es adulterio?


Un juez de Osaka cree que sí.

Una mujer, enterada de que su esposo pasaba mucho tiempo con una colega, decidió demandar no a su marido, sino a la que considera la amante de este, pese a que entre ambos no hubo sexo. Y no porque el hombre no quiso, sino porque la supuesta amante se negó.

En marzo pasado, el juez que atendió el insólito caso le dio la razón a la esposa al considerar que la compañera de trabajo del hombre, pese a que no tenían relaciones sexuales, sí era su amante. Por eso, decidió que esta debe compensar a la esposa pagándole 440.000 yenes (4.238 dólares) por daños y perjuicios.


El caso llama la atención por varias razones, detalla el sitio web RocketNews24. Primero, es muy raro que una mujer demande a la amante de su esposo en Japón (y en cualquier país).Y segundo, es más raro aun que la amante tenga que indemnizar a la esposa (sin olvidar que no hubo sexo).

La historia va así: el hombre trabajaba para una compañía farmacéutica en Osaka y tenía que viajar con frecuencia a Tokio, donde conoció a su colega. Él quiso tener relaciones sexuales, pero ella lo rechazó porque no quería enredarse con sujetos casados.

Sin embargo, seguían viéndose cada vez que él iba a Tokio. Compartían actividades de variada índole, como jugar bádminton o acudir a festivales de fuegos artificiales. No pasaba nada. Su amistad era, según decían, una relación “puramente platónica”.


Sin embargo, la esposa se enteró de la relación y decidió llevar a la “otra” a la justicia. Y ganó.

Para el juez si bien no hay pruebas de que el hombre casado y su colega tuvieran sexo, sí hubo adulterio porque ambos mantenían una relación que iba más allá de lo que se considera “una amistad adecuada entre un hombre y una mujer” y, por ende, la de ambos era una relación inmoral.


El fallo estableció que el vínculo entre el hombre y su compañera de trabajo, pese a no involucrar sexo, dañó la armonía conyugal, motivo por el cual la demanda de la esposa era legítima. (ipcdigital)


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