El pasado 14 de noviembre falleció el señor Sansei Nakamura, ex-cónsul del Japón en el Brasil; aquí en Japón más conocido por su labor de apoyo a los extranjeros.
Recorriendo el laberinto de la memoria, recuerdo que lo conocí cuando junto con unos colegas decidimos recaudar fondos para los damnificados de unas inundaciones en Bolivia. Lo que inicialmente nació simplemente por el ímpetu de la intención gradualmente fue cristalizando gracias a los consejos del señor Nakamura quien nos dio la necesaria objetividad para que la ONG Solidaridad con Bolivia pueda realizar actividades concretas, logrando finalmente el objetivo de entregar las donaciones a su destino.
Después de finalizar esta actividad fue él quien nos sugirió realizar consultas psicosociales en la iglesia de Maebashi tras la misa en español. Él sabía muy bien la importancia de dirigirse a donde la gente se reunía. Aunque inicialmente la distancia hasta la provincia de Gunma redujo el atractivo a su propuesta finalmente el agradecimiento a su apoyo nos motivó a empezar estas consultas las cuales continuamos por el transcurso de 10 años y estamos finalizando ahora con motivo de su fallecimiento.
Fue él quien aceptó ser garante de latinoamericanos, filipinos, iraníes, kurdos y personas de otras nacionalidades que buscaban legalizarse en Japón. En ese sentido garantizó a Amine Kahlil, un iraní que se ganaba la vida honestamente y cuyo único pecado era la estadía ilegal con su esposa y sus dos hijas que se habían criado en Japón.
Luchó junto con la familia Kahlil y los japoneses que los apoyaban para lograr una amnistía del Ministerio de Justicia en el año 2003. Lamentablemente el gobierno revocó la decisión inicial de permitirles la estadía, aceptando la residencia tan solo de la hija mayor que cursaba la escuela secundaria, una medida de compromiso sin consideración a la vida familiar.
Creo que fuimos muchas las personas que recibimos su apoyo en momentos de necesidad y muchos también los que presenciamos tanto su bondad como su severidad, razón por la que tal vez haya sido incomprendido a veces. Sin embargo, nadie puede negar que él siempre luchó para defender por los derechos de los extranjeros y para lograr una sociedad de convivencia multicultural.
El señor Nakamura, delgado y frágil físicamente, arrastrando siempre la bomba de oxígeno a causa de su edema pulmonar, algunas veces estremeciéndose cuando el frío le dificultaba respirar, nunca mostró flaquez en sus palabras sino que a través de sus acciones nos demostró que no es la fortaleza física sino mas bien la voluntad, la intención, la que otorga la verdadera fuerza para seguir luchando por nuestros objetivos.
Agradecemos infinitamente a este guerrero que sacrificó su vida y su familia por su sentido de misión. Descanse en paz.
*Psicóloga clínica, contacte con ella llamando al 090-2245-4021 o por correo electrónico: consultas@hotmail.co.jp
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