Prensa japonesa defiende a brasileña que utilizó la ayuda de retorno de 300 mil yenes

Artículo del periodista Ryusuke Takahashi de Mainichi Shimbun

El diario Mainichi, uno de los mayores periódicos de Japón, publicó el 11 de septiembre una columna en la que defiende a Giullyane Futenma, una nikkei brasileña de 21 años, que utilizó la Ayuda de Retorno de 300 mil yenes, y que tras volver a Japón este año tuvo críticas por Internet de japoneses que la acusaron de “gastar el dinero público del pueblo nipón” como si fuera “un parásito del país”.

La columna, escrita por Ryusuke Takahashi, periodista en la sucursal de Hamamatsu, Shizuoka, pone énfasis en la necesidad y la urgencia de crear nuevas reglas para poder tratar a los nikkeis, no como extranjeros que vienen y se van pronto a su país natal sino como “inmigrantes radicados en Japón», plenamente aceptados, con acceso a una educación que permita el cuidado y adaptación de sus hijos. Si el gobierno los tratara con esa determinación “serviría para evitar que ciertos japoneses dirijan palabras de prejuicio o discriminación hacia ellos”, sostuvo Takahashi.


La prensa japonesa, en general, prefiere no usar la palabra “inmigrante”, o “imin” en japonés, al hablar del extranjero que viene al país, pero este periodista lo usa, lo que resulta positivo. En este sentido afirma que por encima de todo debe reconocerse que «la tierra natal de la brasileña Giullyane es Japón porque ella pasó su juventud en Hamamatsu y conoció al hombre que es actualmente esposo”.

La columna finaliza diciendo que “el gobierno japonés debe romper la cadena negativa de los nikkei vistos como dekasegi, o extranjeros de paso en la sociedad japonesa, y tomar medidas de inclusión social como inmigrantes” que llegaron para quedarse.

Entre tanto, el Gobierno japonés sigue sin mostrar una postura clara acerca del permiso de reentrada a las personas que usaron la Ayuda de Retorno entre 2009 y 2010, en plena crisis financiera bajo el gobierno del nacionalista Taro Aso.


Los nikkei fueron seducidos para a aceptar el dinero para sus pasajes de retorno a sus países de origen a cambio de no regresar a Japón en tres años, aunque la autoridad japonesa dejó abierta la posibilidad de ampliar el límite según el estado de la economía.

Sin empleo y con apenas cobertura social, más de 21.000 nikkei, en su mayoría brasileños, usaron la ayuda para escapar de la crisis. Ahora, varios de ellos han expresado su voluntad de retornar a Japón.

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