Consejo de Seguridad de la ONU se reúne de urgencia a petición de Corea del Sur
La comunidad mundial consideró una provocación y una amenaza para la paz la prueba atómica que hizo Corea del Norte, que espera también la condena del Consejo de Seguridad de la ONU en la reunión de urgencia que celebrará hoy a petición de Corea del Sur.
El Gobierno de Seúl, el primero en conocer que su vecino del Norte había efectuado una prueba nuclear unas tres horas después de detectar un terremoto de alrededor de 5 grados en la escala Ritcher al noreste del país, la calificó de «una amenaza inaceptable».
Un comunicado de la oficina presidencial surcoreana emitido tras una reunión de emergencia presidida por el jefe de Estado, Lee Myung-bak, advirtió de que Pyongyang deberá asumir las consecuencias de su «desafío».
Por ello, prometió tomar todas las medidas posibles encaminadas a que el hermético régimen de Kim Jong-un abandone su programa nuclear mediante nuevas sanciones del Consejo de Seguridad.
Corea del Sur anunció que desplegará próximamente misiles de largo alcance por todo el país con capacidad para alcanzar cualquier punto del vecino país comunista.
También la presidenta electa surcoreana, Park Geun-hye, que jurará su cargo el 25 de febrero, reprochó «enérgicamente» la prueba atómica y advirtió de que «obstaculiza» los esfuerzos para construir una relación de confianza intercoreana.
Mientras, el Gobierno de China, el principal aliado y socio del régimen norcoreano, expresó que se opone «firmemente» a la prueba nuclear y urgió a Pyongyang a no emprender más acciones que «empeoren la situación».
Así lo aseguró el Ministerio de Asuntos Exteriores chino en un comunicado en el que subrayó que Pekín apuesta por la «desnuclearización de la península, la prevención de la proliferación nuclear y el mantenimiento de la paz y la estabilidad en el noreste de Asia».
La postura de China, el único país junto a EEUU al que Corea del Norte notificó sus planes con antelación, se considera crucial en el conflicto coreano, ya que se sospecha que el gigante asiático empieza a perder la paciencia con el país vecino.
A pesar de su oposición al test nuclear norcoreano, Pekín se ciñó a su postura tradicional con respecto a los planes nucleares de Pyongyang y abogó por retomar las conversaciones a seis bandas, en las que participaban las dos Coreas, EEUU, China, Japón y Rusia, pese a que Pyongyang -que las paralizó en 2008- se niega a reanudarlas.
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, fue uno de los primeros en expresar su condena al tercer ensayo nuclear de Corea del Norte -tras los de 2006 y 2009-, que calificó de un «acto altamente provocativo», que «amenaza la paz y la seguridad mundial».
En un comunicado, Obama consideró que este acto del gobierno de Pyongyang, constituye una «amenaza para la propia seguridad nacional de Estados Unidos», y para la «paz y seguridad mundiales».
Además, «viola las obligaciones que le imponen numerosas resoluciones del Consejo de Seguridad» y aumenta el peligro de proliferación de armas nucleares.
La primera ministra de Australia, Julia Gillard, deploró la prueba nuclear y abogó por una respuesta lo «más dura posible» del Consejo de Seguridad.
Y el ministro de Asuntos Exteriores neozelandés, Murray McCully, afirmó que «la comunidad internacional debe enviar un mensaje contundente a Corea del Norte de que este camino no le lleva a ninguna parte.
Por su lado, el ministro británico de Exteriores, William Hague, consideró que las «repetidas provocaciones» norcoreanas «sólo sirven para aumentar la tensión regional y dificultan las perspectivas de una paz duradera en la península coreana».
El responsable de la diplomacia alemana, Guido Westerwelle, solicitó «una postura clara» como respuesta de la comunidad internacional a «esa nueva provocación».
Su homólogo de Exteriores italiano, Giulio Terzi, reprochó con «la más absoluta firmeza» la prueba nuclear, que «supone la enésima flagrante violación de las obligaciones aprobadas por Naciones Unidas y la comunidad internacional».
Por otra parte, el Gobierno español dijo que el ensayo es «una clara violación» de las obligaciones internacionales» de Corea del Norte, y subrayó que se mantiene en estrecho contacto con sus socios de la UE y con otros países de la región para estudiar «las medidas oportunas». (EFE)
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