Por Jorge Barraza*
Jorge Barraza: «Futbolistas devenidos en periodistas»
El zaguero que ayer te negaba una entrevista y hablaba horrores de los periodistas, ¿recuerdas…? Desde hoy será tu compañero de fórmula en el canal. Aquel técnico que una vez te dijo que de fútbol no sabías nada y te recriminó en el vestuario delante de sus jugadores, sí, Fernández… bueno a él le darán la contraportada completa del diario para que escriba una columna. Y aquel otro, el árbitro que te hizo echar de la puerta del camarín una vez que le fuiste a preguntar qué había pitado, pues ése será panelista con Rodríguez en el programa de radio…
Es curioso, al final de cada año las facultades de periodismo abren la tranquera y liberan al mercado miles de cachorros de periodistas, porque dentro de poco no habrá quien construya un puente: todos los jóvenes quieren ser comunicadores. Y a su vez cada año hay menos periodistas en los programas de TV y radio, incluso en la prensa escrita, debido al desembarco de ex futbolistas en los medios.
Los hombres de prensa han pasado de invitar a un personaje a opinar en un programa, a contratarlo. Y poco a poco los personajes les van quitando sillas. Y micrófonos. Falta que Mourinho sea contratado por un canal de televisión para comentar. El tipo que vomita en el saco de los periodistas.
De la gran cantidad surge la calidad, por decantación. Sucede en casi todos los órdenes de la vida… menos en el periodismo. Hay miles de cachorros de periodistas, pero se le está entregando la opinión a otros.
El problema es que por los benditos códigos de los futbolistas, no hacen una crítica. Entonces no sirve. Y si critican a alguien, es a los mismos periodistas, por decir esto o aquello. No se trata de agarrar el hacha y entrar a dar. Pero la crítica sin rigor no tiene sentido. Y el problema de los ex jugadores devenidos en comentaristas es su falta de rigor. Es como que no pueden decir abiertamente “Lombardi jugó mal”. Los códigos de futbolista parecen atarlos. Y la relación con los protagonistas. Fue compañero de González, tuvo de técnico a Bermúdez, tiene el mismo representante que Langone y está casado con la hermana de Bianchini. Y es amigo de decenas de colegas. Eso compromete la opinión, la constriñe. El compromiso lo tienen con el medio futbolístico (del que nunca se despegan) no con el lector, el televidente o el radioescucha. Como dice Quique Wolff, “Yo soy futbolista, no exfutbolista. No hay exmédicos o exabogados”.
Lo simpático es que se entrega la opinión a quienes menos opinan.
“Aunque hay países que exigen una colegiatura, considero que el ejercicio del periodismo debe ser libre”, nos dice Gabriel Cazenave, excelente periodista paraguayo y presidente de la AIPS América. AIPS es la Asociación Internacional de la Prensa Deportiva. Coincidimos. Estamos en contra del deplorable espíritu de cuerpo. Si alguien llega al periodismo para enriquecerlo, bienvenido. Además se trata, en general, de figuras que han sido ídolos o por las que uno profesa simpatía. Pero no todos representan un aporte.
El miércoles pasado, después del Celtic 2 – Barcelona 1, un famoso ex futbolista, analista de una cadena internacional, señaló: “la falla del Barcelona es que centralizó mucho el juego”. Seguramente no vio el partido. O no lo vio bien. Fue exactamente al revés: el Barsa intentó los 90 minutos por las puntas, Jordi Alba subió 50 veces por la banda izquierda y se hastió de desbordar y tirar centros, Pedro buscó decenas de veces por la raya derecha. Y ganó varias. Simplemente, en la espesura del área escocesa, siempre apareció una pierna para repeler cada embate. Barcelona nunca abrió tanto a las puntas como en este partido. Porque sabía que el Celtic había parado 9 hombres delante del arquero y era la única manera de abrirlos.
Pero, además, habría que explicarle que, por más que querramos abrir el juego, llega un punto en que hay que cerrarse, porque el arco está al centro. Nadie hace goles en el banderín del córner.
Entonces, si es para enriquecer, buenísimo. Si sólo es para para mostrar caras conocidas, no sirve. Debemos tener siempre presente que comunicar bien es esencial, en fútbol o en cualquier actividad.
Jorge, un diagramador que trabaja a metros de nosotros en la redacción se suma al debate y aporta una reflexión interesante: “¿Contra qué periodismo compiten? El otro día en una nota al aire por televisión el periodista llama a un jugador para entrevistarlo: ‘¿Hola, Negro…? Acá el Pollo…’ La nota ya empieza mal…” Analítico, Jorge. Agrega: “Antes se notaba mucho la diferencia de preparación de un periodista y un jugador. En el periodismo actual no. Y no porque el jugador evolucionó intelectualmente”. Fuerte, Jorge…
Cierto, ¿contra qué periodismo compiten…? Uno siente mucha pena por esos cronistas que diariamente deben ir a la rueda de prensa del Real Madrid a que Mourinho les tome el pelo, los amoneste o los trate de ignorantes. El problema es que luego esos mismos ridiculizados ascienden en su medio, dejan de ir a cubrir el entrenamiento del Madrid e incursionan en la opinión. Entonces van a ver un partido en el que Mourinho abroquela diez tipos atrás, de contraataque gana 1 a 0 y dicen: “¡Qué talento Mourinho…! Un planteo inteligente, una concepción moderna del juego”. Desde luego, colgarse del travesaño es más antiguo que el telégrafo.
En este marasmo de la opinión, lo curioso es que si alguien dice “Lombardi jugó mal” parece sacrílego. Al otro día uno se cruza con colegas que le dicen: “¿Escuchaste a Fulano…? lo mató a Lombardi”. Bueno, pero si jugó mal… “Sí, pero igual, lo fulminó…”
Si Labruna viviera, diría: “A los periodistas no los marqués, se marcan solos…”
*Ex articulista de El Gráfico y director de la revista Conmebol, (a) International Press.