Bajo el mandato de Noda se han ejecutado a siete reos
Cerca de 280 personas se manifestaron el sábado en Tokio contra la pena de muerte en Japón en una protesta que se produce apenas diez días después de la ejecución de dos reos, informó la agencia Kyodo.
La protesta se produce en vísperas de la celebración del Día Mundial Contra la Pena de Muerte y después de que dos reos fueran ahorcados en Japón el pasado 27 de septiembre.
Con esas dos ejecuciones se elevaron a siete el número de ajusticiados desde que el Gobierno del primer ministro, Yoshihiko Noda, accedió al poder en septiembre de 2011.
Japón, donde actualmente hay 131 condenados en el corredor de la muerte, es el único país industrializado y democrático, junto con EE.UU., que mantiene la pena capital y donde no son habituales las protestas contra su abolición.
Entre los manifestantes se encontraba el popular actor japonés Taro Yamamoto, que apadrinó el acto y recordó que, a pesar de que antes creía en la pena de muerte, ahora considera que «tiene dudas» ya que es «inaceptable que el Estado controle las vidas de las personas», en declaraciones recogidas por la agencia Kyodo.
Según un sondeo oficial de 2009, en Japón más del 85 por ciento de la población apoya la pena capital al considerarla una medida «inevitable».
Yamamoto, habitual también de las manifestaciones antinucleares a raíz del accidente en la central de Fukushima de marzo de 2011, añadió que al igual que han logrado captar la atención sobre el peligro de la energía nuclear ahora cree que se puede hacer lo mismo con la pena de muerte.
«Creo que seremos capaces de llamar la atención sobre la pena de muerte si movilizamos a más gente para presionar contra su abolición e instamos a los medios de comunicación a reportar no solo las ejecuciones», detalló.
Según la organización humanitaria Amnistía Internacional, Japón pertenece al grupo de 58 países, cerca del 30 por ciento del total, que aún mantienen la pena de muerte, una condena abolida en 140 Estados.
Según la organización, el sistema judicial nipón es lento y la mayor parte de los reos pasan sus días en el corredor de la muerte en condiciones inhumanas, recluidos en solitario y algunos con graves problemas mentales, mientras que la condena se ejecuta en el mayor de los secretos, sin aviso previo ni testigos. (EFE)
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