Exportaciones de bebida japonesa crecen notablemente, en especial a mercados como el de EE. UU.
La débil demanda en Japón, causada entre otros factores por el envejecimiento de la población, está empujando a muchas compañías japonesas a mirar cada vez más hacia el exterior. Entre ellas están los fabricantes de sake, la bebida alcohólica japonesa hecha a partir de arroz.
La creciente popularidad de la comida japonesa a nivel global está facilitando la expansión del sake en el mundo, revela Asahi Shimbun.
Para hacer sus productos más accesibles a los extranjeros, la firma Rihaku Shuzo les ha puesto nombres en inglés, como «Wandering Poet» y «Dreamy Clouds». Y no le está yendo nada mal. El año pasado exportó 50 kilolitros de sake a Estados Unidos; hace una década, despachó al país norteamericano menos de un kilolitro.
El presidente de Rihaku Shuzo, Yuichiro Tanaka, admite en entrevista con Asahi que ante la debilidad del consumo interno, los mercados extranjeros son vitales para su supervivencia.
En el año fiscal 2010, Japón consumió 589 mil kilolitros de sake, una cifra que empalidece al lado de los 1,68 millones de kilolitros que ingirió en 1975. Sin embargo, en el año fiscal 2011 el consumo se incrementó por primera vez en 16 años.
Si el consumo local se tambalea, las exportaciones se fortalecen.
En 2011 Japón exportó un récord de 14.014 kilolitros de sake, cerca del doble de lo registrado hace una década.
Casi el 30 por ciento de las exportaciones de sake tienen como destino Estados Unidos, Corea del Sur y Taiwán.
Rusia es otro país que promete. Solo en Moscú hay más de 400 restaurantes de comida japonesa. El año pasado, la compañía Obata Shuzo exportó sake por primera vez al mercado ruso. Incluso el presidente de ese país, Vladimir Putin, se ha declarado un admirador de la bebida nipona.
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