Javier Picazo Feliú/EFE
Cerca de 90 tiendas que venden sucedáneos de marihuana y otras drogas alucinógenas modificadas para eludir la implacable legislación nipona han surgido en los últimos tiempos en las calles de los barrios más concurridos y coloridos de Tokio.
Escondidas en edificios plagados de laberínticos pasillos con negocios de masajes o tiendas de música, e incluso a pie de calle, con llamativos carteles luminosos y ‘ofertas del día’, estas tiendas con drogas legales han proliferado en Tokio desde 2009, cuando solo se conocían un par de casos, en barrios como Shinjuku o Shibuya.
A pesar de que lo que ofrecen estas tiendas en pequeñas bolsitas de plástico no es cannabis ni LSD, estos productos, creados con componentes sintéticos, producen la misma sensación, e incluso un efecto más potente, que las drogas convencionales.
Por un precio que oscila entre los 2.500 y los 5.000 yenes (25 y 50 euros, o 31 y 62 dólares) aproximadamente) cualquier persona mayor de edad puede adquirir decenas de tipos de alucinógenos, hierbas líquidas e incluso de las temidas ‘sales de baño’, la nueva droga que tiene en jaque a medio mundo y cuyo efecto es similar a la cocaína sintética.
En la vecina ciudad de Yokohama, la segunda más poblada del país, se han instalado incluso máquinas expendedoras que venden bolsas con dosis de 0,5 gramos de hierbas alucinógenas, lo que ha alertado a la policía local sobre el aumento de su consumo, según detalla el diario Japan Times.
Los vendedores de estos productos «relajantes», que según el diario ascienden a 390 en todo el país, se aprovechan de un vacío legal que les permite que, como mucho, la policía pueda restringir su venta, siempre y cuando detecten en la composición de las sustancias algún tipo de ingrediente ilegal.
Estas «dappo habu», o sustancias que evaden la ley, tienen un efecto «más fuerte» que el cannabis y son «muy dañinas», afirmó a Efe Masahiko Funada, jefe del departamento de investigación de drogas adictivas del Instituto japonés de Neurología y Psiquiatría.
Funada, cuyo equipo ha analizado estas sustancias, afirmó que tras probarlas en ratones produjeron en los roedores «catalepsia» y, al estar formadas por agentes sintéticos químicos, pueden crear una «peligrosa dependencia psicológica» en sus consumidores.
El consumo de estas «drogas legales» causa «trastorno de conciencia, dificultad respiratoria o alucinaciones» con lo que recomienda abstenerse de su uso al correr el riesgo de convertir a sus consumidores habituales en «adictos».
«En Japón hay 16 tipos distintos de cannabioides sintéticos sancionados por la ley», no obstante hay «otro tipo de drogas con estructuras similares que eluden la regulación», aseguró Funada, que considera que el sistema se encuentra inmerso en «un círculo vicioso en el que algunas drogas están reguladas y otras no», añadió.
En este sentido, a pesar de que las autoridades estudian ampliar las leyes para incluir estos productos, la única manera que tienen en estos momentos para detenerla es que los vendedores informen a los consumidores sobre el efecto real de sus productos, algo que no sucede al camuflarlos como incienso o hierbas, detalló Funada.
Mientras logran ampliar la legislación, las autoridades japonesas se han centrado en la educación, a través de medidas para promover la prevención del abuso de las drogas y de estrechar el cerco a este mercado, después de que en 2010 se detuviera a cerca de 14.500 personas por delitos de estupefacientes.
Japón es un país que aplica una política de «tolerancia cero» en los casos relacionados con tenencia, venta o consumo de drogas, con penas que alcanzan de media los seis años de cárcel.
Las autoridades niponas en este aspecto son implacables y de su contundencia no se salva nadie, ni siquiera el ex Beatle Paul McCartney, que en enero de 1980 pasó nueve días en la cárcel en Tokio después de que le confiscaran en la aduana del aeropuerto una bolsa con cerca de 200 gramos de marihuana.