Acusaciones de corrupción manchan imagen de la FIFA
La FIFA afronta un día decisivo en el que quiere iniciar una nueva etapa que acabe con las sospechas de corrupción que la rodean desde la designación de las sedes de los mundiales de 2018 y 2022 y en el que celebrará unas elecciones a las que Blatter concurre en solitario en busca de un cuarto mandato.
En medio de un fuego cruzado y con incertidumbre sobre la postura que pueden adoptar confederaciones que siempre le han sido leales, Joseph Blatter espera que el 61 Congreso se celebre con normalidad en el Hallenstadion de Zúrich y que las 208 asociaciones que componen la FIFA le revaliden la confianza que le han prestado desde 1998.
Con 75 años recién cumplidos, Blatter tratará de dar un golpe de efecto en medio de una nueva tormenta propia de un guión cinematográfico, que se ha llevado por delante a su único rival en las elecciones, el catarí Mohamed bin Hammam, presidente de la Confederación Asiática y miembro del Ejecutivo de FIFA.
Horas antes de que el Comité Ético suspendiera a éste provisionalmente hace tres días dentro la investigación sobre su actuación en la campaña electoral, Bin Hammam dio un paso atrás para «no enfangar el fútbol» y retiró su candidatura.
El Comité Ético le suspendió tras recibir una denuncia del estadounidense Chuck Blazer, secretario general de la CONCACAF e integrante también del Ejecutivo, en la que hablaba de posibles pagos hechos por éste y por el trinitense Jack A. Warner, vicepresidente de FIFA, a las asociaciones caribeñas para que le votaran.
Blatter, a quien el Comité también investigó por otra denuncia de Bin Hammam en el mismo sentido, salió limpio de esta guerra, que vivió una nueva batalla con actores hasta entonces secundarios.
Mientras Bin Hammam pedía que se anulara urgentemente su castigo para poder participar en el Congreso, el también suspendido Jack Warner desveló que el secretario general de FIFA, el francés Jerome Valcke, le escribió un correo electrónico en el que sugería que Catar había comprado su elección como sede del Mundial 2022.
Los desmentidos y las aclaraciones de unos y otros no se hicieron esperar en las horas previas al Congreso, en las que el presidente Blatter volvió a defender la limpieza del proceso de elección de Rusia 2018 y Catar 2022 y recordó que no es él quien elige a los integrantes de su Comité Ejecutivo.
Todo este ruido, que en opinión de Blatter «ha mancillado la imagen de FIFA», no parece el escenario ideal para celebrar un congreso con normalidad y deja en segundo plano las ideas para continuar al frente de una institución que ha ganado poder e influencia y cuyas finanzas han ido viento en popa bajo su gestión.
Hace apenas tres meses la FIFA pudo presentar un resultado positivo de 631 millones de dólares (452,7 millones de euros) en el periodo 2007-2010, según su informe de finanzas 2010.
Los datos del ciclo 2007-2010 reflejan que obtuvo unos ingresos de 4.189 millones de dólares y unos gastos de 3.558 millones, cifras que a las que hay que añadir las derivadas de los contratos de televisión firmados hasta la fecha para los Mundiales de 2018 y 2022 por valor de 1.700 millones de dólares. (EFE)
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