El embajador de Japón en China, Uichiro Niwa, inició esta semana una visita a la ciudad china de Nankín (este), que para los chinos es el principal símbolo de los crímenes de guerra durante la invasión japonesa (1937-45) porque en ella el ejército nipón mató a 300.000 personas.
Según informó hoy el diario estatal «Global Times», Niwa expresó su esperanza en que el viaje «promueva las comunicaciones entre China y Japón y reduzca los malentendidos entre ambos», aunque quitó hierro al simbolismo histórico del viaje, destacando que la visita tiene principalmente objetivos económicos.
El embajador ya vivió anteriormente en esa ciudad, cuando ejerció de consultor económico en la provincia de Jiangsu, de la que Nankín es capital.
En diciembre de 1937, el ejército japonés tomó la ciudad, que entonces era la capital de China, y durante seis semanas se dedicó a masacrar a sus habitantes, incluyendo civiles desarmados, un suceso que los chinos conocen como «la violación de Nankín» y que es reflejado, por ejemplo, en la película «Ciudad de Vida y Muerte», del director Lu Chuan y premiada el pasado año con la Concha de Oro en San Sebastián.
El suceso es una herida aún sin cicatrizar en las relaciones entre los dos países, ya que Pekín y Tokio difieren, por ejemplo, en el número de muertos que se produjo en la matanza, y hay libros de historia nipones que ni siquiera mencionan estos sucesos.
No se espera que el embajador japonés visite el memorial de la masacre que hay en la ciudad, en el que hay varias fosas comunes.
China acusa a Japón de no haber pedido adecuadamente perdón por sus crímenes de guerra en la Segunda Guerra Mundial (Tokio asegura que sí lo ha hecho, y en multitud de ocasiones), y a la desavenencia histórica se unen conflictos territoriales en torno al Mar Oriental de China o las islas Senkaku-Diaoyu.
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