Jorge Barraza: Inter, burocrático campeón

Jorge Barraza
Jorge Barraza

El interminable Javier Zanetti, con 37 años y 721 partidos en el Inter de Milán, levantó otro trofeo para el club de Giusseppe Meazza, Sandro Mazzola, Luisito Suárez: el del Mundial de Clubes. En 1964 y 1965, La Grande Inter de Helenio Herrera había conquistado dos Copas Intercontinentales venciendo a Independiente en duelos ásperos, de alto voltaje, pero en su nueva versión de “Mundial”, esta es su primera estrella universal.

Lo olvidaremos pronto. No es una gran escuadra la de Rafa Benítez, no seduce con su juego, ni ha sido tampoco un torneo brillante este de Emiratos Árabes. El otro Inter, el de Porto Alegre, salpicó su reputación y de paso volcó algunos camiones de tierra sobre la final de este chato Mundial. Al perder sorpresivamente en semifinal ante el modesto equipo congoleño Mazembe, posibilitó que por primera vez, desde 1960 hasta hoy, la final intercontinental de clubes no fuera un duelo entre europeos y sudamericanos. Y esto, sin duda, restó interés, vibración y combatividad a la final.


Muy lejos estuvo de la anterior entre Barcelona y Estudiantes, que debieron ir al tiempo extra para definir. Hasta un minuto antes del final, el Barsa de Guardiola caía ante el bravo león platense. Luego lo empató y lo dio vuelta. Es lo menos que uno le pide a una final: intensidad, equivalencia, tensión, incertidumbre.

Esta del cuadro nerazzurro y el congoleño fue la antípoda, algo parecido a llenar un formulario, presentarlo en el ministerio y obtener un certificado aprobatorio. Eso fue para el Inter del técnico español, un trámite burocrático en el que apenas debía cuidarse de las siempre acechantes patadas de los africanos (son muy simpáticos, sí, pero van con el hacha en cada cruce).

 
El macedonio Goran Pandev alabó, en el final, “la bella posesión de pelota que hizo el Inter”. La manejó bien, es verdad, la hizo circular con acierto. Así se le juega a los equipos africanos, tocando. En el pelotazo, ellos imponen la velocidad y la fuerza típicas de su raza. Así, con serenidad, el cuadro milanés buscó el hueco propicio. Y lo encontró en una bonita bola en profundidad que Samuel Eto’o le puso al mismo Pandev. Gran control del esférico y toque suave a un rincón del excelente meta congoleño Kidiaba (seguro lo va a llevar algún club europeo).


Iban 12 minutos de juego. Lo demás fue un formulismo en el que Inter se mostró simplemente atento. Con eso arribó cómodo a las medallas doradas de la premiación. Ahora vuelve fortalecido al torneo italiano, en el que ha perdido el tren. Respira Benítez, que estaba a un paso de la destitución.
 

Pero la nota de este Mundial de Clubes (que desde la próxima edición vuelve a Japón) ha sido la insospechada derrota del Inter de Porto Alegre a manos del ignoto Mazembe. “Es el mayor vejamen en la historia del club”, escribió el periodista Mauricio Saraiva, enviado de Zero Hora, el periódico número uno de Porto Alegre. El bloguero carioca Eduardo Marini va más allá y lo define como “El mayor vejamen en la historia del fútbol”.

No es que el fútbol africano no esté en condiciones de ganar un partido, sucede que la República Democrática del Congo (ex Zaire y ex Congo Belga) es una expresión menor en el ya menor fútbol del continente de las zebras y los leones. Lo peor es que le ganó bien, jugando mejor.


Dos tópicos vale tener en cuenta: los equipos brasileños, como los argentinos y uruguayos, viven una sangría permanente de jugadores. Todos se van. Porque la suma que se oferta es fantástica (como los 22 millones de euros que el Milan le pagó por Alexandre Pato) o porque el jugador finaliza su contrato y tiene una oferta diez veces superior de Europa. Esto impide mantener el nivel competitivo. Y estamos hablando del club mejor manejado de Brasil.

Otra lectura es que Brasil no está produciendo talentos en la calidad y en la cantidad de otras épocas, lo cual viene siendo señalado continuamente por Tostao, el analista estrella del país. Sólo hay que fijarse cuáles son los supercracks brasileños actualmente en Europa: ¿Kaká…? ¿Ronaldinho…? Hace tiempo colgaron el cartel de luminarias. Tiene muchos muy buenos Brasil, aunque ninguno en el podio.


Para muestra basta este botón: O Globo hizo el equipo ideal del campeonato y los tres mejores por puntaje fueron tres argentinos: Darío Conca, Walter Montillo y Andrés D’Alessandro. Algún problemita hay por allí…

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