El mundo del arte y la cultura despide a una de las figuras más emblemáticas del siglo XX. Brigitte Bardot, la actriz que redefinió la libertad y la sensualidad en la pantalla y que posteriormente dedicó su vida a la defensa de los animales, falleció este 28 de diciembre a los 91 años. La noticia fue confirmada por medios franceses, indicando que el deceso ocurrió en su residencia de Saint-Tropez, en el sur de Francia, donde vivía retirada del foco mediático.
Conocida mundialmente por sus iniciales «BB», Bardot se convirtió en un icono global cuya fama solo era comparable con la de Marilyn Monroe en Estados Unidos. Nacida en 1934 en el seno de una familia acomodada en París, comenzó su carrera como modelo antes de irrumpir en el cine. Su vida cambió al conocer al director Roger Vadim, con quien se casó en 1952 desafiando la voluntad de sus padres. Fue bajo su dirección en la película Sunaona Akujo (Y Dios creó a la mujer) de 1956 cuando alcanzó el estatus de mito viviente.
A pesar de su divorcio de Vadim en 1957, su carrera cinematográfica continuó ascendiendo con interpretaciones memorables en obras maestras como Shiseikatsu (Vida privada) de Louis Malle y, especialmente, Keibetsu (El desprecio) de Jean-Luc Godard. Tras una exitosa incursión en la música, Bardot sorprendió al mundo al anunciar su retiro definitivo de la actuación en 1973, en pleno apogeo de su belleza y carrera, decidida a dar un nuevo sentido a su existencia.
Desde entonces, su pasión se volcó por completo en el activismo. Comenzó con una feroz campaña contra la caza de focas y, en 1986, fundó la fundación que lleva su nombre para proteger a todas las especies. Bardot no se limitó a la filantropía, sino que ejerció una presión política constante y valiente para mejorar las leyes de bienestar animal. Su partida marca el fin de una era para Francia, dejando un legado donde la fuerza de una estrella de cine se transformó en la voz incansable de los que no tienen palabra. (RI/AG/IP/)
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