Las estafas registradas en Japón aumentaron un 25 % durante el último año, un incremento que las autoridades vinculan, en parte, al uso indebido de redes sociales por parte de organizaciones criminales. Así lo señala el más reciente Libro Blanco del Crimen (Hanzai Hakusho, 犯罪白書), presentado el 19 de diciembre ante el Gabinete.
Este documento oficial es elaborado cada año por el Ministerio de Justicia con el objetivo de informar al Gobierno y a la ciudadanía sobre la situación de la criminalidad en Japón y en el exterior, y de servir como base para el análisis y estudio de medidas destinadas a prevenir la reincidencia delictiva.
Según el informe, durante el año pasado se contabilizaron 737.679 delitos penales, lo que supone un aumento de 34.328 casos respecto al año anterior, equivalente a un crecimiento del 5 %.
Dentro de este total, las estafas (sagi, 詐欺) concentraron uno de los aumentos más significativos, con 57.324 casos, 11.313 más que en el período previo. De ellos, 21.043 correspondieron a las denominadas estafas especiales (tokushu sagi, 特殊詐欺).
Entre estas modalidades figura el «furikome sagi» (振り込め詐欺), una estafa telefónica mediante engaño para inducir transferencias bancarias, en la que los delincuentes se hacen pasar por familiares u otras personas cercanas a la víctima para obtener dinero.
El Ministerio de Justicia apunta como uno de los factores de fondo a la actividad de los llamados Tokuryu, abreviatura de tokumei-ryudogata hanzai gurupu (匿名・流動型犯罪グループ). Se trata de grupos criminales anónimos y de composición variable que utilizan las redes sociales para reclutar a los ejecutores de los delitos, lo que dificulta el rastreo de responsabilidades.
El informe también refleja un aumento notable de los delitos sexuales (fudoi seiko, 不同意性交) que alcanzaron los 3.936 casos, lo que supone 1.225 más que el año anterior, un incremento del 45 %.
Asimismo, el Libro Blanco del Crimen dedica un apartado especial a la situación de las personas con discapacidad intelectual (chiteki shogai, 知的障害) víctimas de delitos sexuales. El estudio señala que solo el 39 % de estas personas reconoció haber sido víctima, y subraya la importancia de que familiares o personas del entorno comuniquen de forma temprana cualquier indicio sospechoso a las autoridades. (International Press)
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