La sociedad japonesa se enfrenta a una de las realidades más crudas de su historia económica reciente: el fenómeno conocido como el «Problema de los 20 millones de yenes» (Rogo nisen-man-en mondai). Este concepto, surgido de un informe técnico de la Agencia de Servicios Financieros, advierte que una pareja de jubilados promedio enfrentará un déficit de aproximadamente 20 millones de yenes durante 30 años de retiro si dependen exclusivamente de la seguridad social. Sin embargo, los datos actuales sugieren que alcanzar esta cifra es un privilegio que la gran mayoría de la población no puede permitirse.
Según la Encuesta sobre la Vida Económica de las Personas Mayores del año fiscal Reiwa 6, la brecha de ahorro es alarmante. Sólo el 24,2% de los hogares ha logrado acumular más de 20 millones de yenes en activos financieros. El panorama se vuelve aún más sombrío al observar que el 16% de los ciudadanos apenas cuenta con ahorros entre 1 y 5 millones de yenes, una cifra que apenas cubriría un par de años de gastos imprevistos. Esta disparidad sitúa a la mayoría de los futuros jubilados en una trayectoria de vulnerabilidad económica ante un costo de vida que no deja de subir.
DEPENDER DE LA PENSIÓN PÚBLICA
Para millones de personas, la Koteki Nenkin (Pensión pública) no es un complemento, sino el único salvavidas. Las estadísticas del Ministerio de Salud, Trabajo y Bienestar revelan una dependencia extrema: el 41,7% de los hogares de ancianos obtienen el 100% de sus ingresos totales de la pensión. Si incluimos a aquellos que dependen de ella en un 80% o más, hablamos de casi el 60% de la población mayor.
Esta «dictadura de la pensión» significa que cualquier ajuste en las políticas gubernamentales o la inflación descontrolada impacta directamente en la capacidad de las personas para comprar alimentos o pagar servicios básicos.
¿Pero qué ocurre si una pareja recibe 150.000 yenes mensuales de pensión? La respuesta corta es que el déficit sería insostenible. El Informe de Investigación de la Economía Doméstica muestra que el gasto promedio mensual de una pareja mayor de 65 años es de 252.928 yenes. Si los ingresos por Nenkin (Pensión) son de solo 150.000, el agujero financiero mensual superaría los 100.000 yenes. En este escenario, sin ahorros previos sustanciales, el anciano en Japón se ve obligado a reingresar al mercado laboral en empleos de baja remuneración para cubrir la diferencia, perdiendo la posibilidad de un retiro digno.
CONSTRUYENDO UN REFUGIO FINANCIERO: NISA E iDeCo
Ante la erosión del sistema tradicional, el gobierno japonés ha impulsado mecanismos de inversión privada para que los ciudadanos tomen el control de su futuro. Uno de los pilares es el iDeCo (Pensión de Contribución Definida de tipo individual). A través de este sistema, los trabajadores realizan aportaciones mensuales que se invierten en fondos seleccionados por ellos mismos. La gran ventaja del iDeCo es su beneficio fiscal: las aportaciones son deducibles de impuestos y los rendimientos están exentos, lo que permite maximizar el capital a largo plazo de forma protegida.
Complementariamente, el NISA (Programa de Inversión Libre de Impuestos) ha experimentado una revolución con su nueva versión lanzada en 2024. Este sistema elimina los impuestos sobre las ganancias de capital y los dividendos, permitiendo que incluso pequeños ahorros crezcan de forma compuesta. Con la ampliación de los límites de inversión anual y la eliminación de los plazos de exención, el «Nuevo NISA» se ha convertido en la herramienta de Asset Formation (Formación de activos) más poderosa para combatir el Shoshikoreika (Envejecimiento demográfico).
La clave, según los expertos, no es cuánto se invierte, sino la precocidad con la que se empieza a ahorrar para mitigar el impacto de un sistema de pensiones bajo presión constante. Cuanto más joven mejor, por lo tanto hay mucho por hacer en el plano personal y en la comunicación de estas herramientas con nuestros propios hijos. (RI/AG/International Press)
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