Activistas: «No a la guerra contra los osos», piden devolverlos a la montaña

Oso negro asiático en cautiverio. (Foto Bluesky Photo AC)

Frente a una crisis sin precedentes de ataques de osos negros asiáticos (Tsukinowaguma), que ha cobrado 12 vidas en lo que va del año fiscal 2025, un sector de activistas de protección animal en Japón se opone firmemente a la respuesta gubernamental de exterminio. Su mensaje es claro: «Los osos no tienen la culpa de nada» y «La guerra es un error», exigiendo que las autoridades capturen a los ejemplares y trabajen para devolverlos a su hábitat natural.

Mientras el gobierno ha autorizado a la policía el uso de rifles y ha movilizado a las Fuerzas de Autodefensa (SDF) para contener la amenaza, la revista New Post Seven ha recogido las críticas de activistas en Tokio, quienes promueven la coexistencia a través de la zonificación  y la liberación.


«Se deben hacer esfuerzos para devolver a los osos capturados a la montaña en la medida de lo posible,» afirman las activistas, quienes citan al pueblo de Karuizawa (Nagano) como un ejemplo de éxito.

EL IDEALISMO DE LOS CONSERVACIONISTAS

Los activistas que abogan por esta costosa política viven en zonas acomodadas de Tokio (Minato-ku y Meguro-ku), donde la preocupación más grave es la rata, no el oso. Este contraste resalta la distancia entre la postura idealista y la realidad del sufrimiento en el campo.


El modelo de éxito que citan —Karuizawa— es uno de los municipios con mayor solidez fiscal del país. Las activistas señalan: «Hacerlo es posible», pero la realidad financiera de los municipios afectados es muy distinta.

Más del 70% de las administraciones locales de Tohoku (noroeste de Japón) carecen de los fondos necesarios para implementar programas de prevención y manejo de fauna. La falta de dinero, sumada a la escasez de cazadores locales, obliga a recurrir a las drásticas medidas nacionales.

«Los osos no tienen la culpa de nada», han insistido los conservacionistas. Sin embargo, para los habitantes rurales, acciones como la movilización de las Fuerzas de Autodefensa y de policías especialmente armados es parte de una «guerra para defenderse», necesaria para proteger a sus familias de una amenaza que ya ha dejado 12 muertos.


LA CRISIS HA DESBORDADO A LA POLÍTICA Y LA ÉTICA

La gravedad de la situación ha provocado que la propia Prefectura de Nagano diera un giro de 180 grados: a pesar de su historial conservacionista, se decidió optar por la ejecución total (zento kujo) de todos los osos capturados, aumentando el límite anual de caza a 675 ejemplares. Este cambio subraya lo insostenible que se ha vuelto la crisis, con osos que, según cazadores y expertos, ya buscan alimento, e incluso se han habituado a cazar personas, en zonas residenciales.


Aunque la mayoría de los conservacionistas son personas razonables, la crítica local ha señalado que se trata de una minoría extremista que está causando problemas adicionales. Funcionarios municipales han recibido llamadas de protesta y agravios como «los humanos deben morir» o «déjense comer por los osos». Esta actitud, que prioriza la vida animal sobre la humana, dificulta la toma de decisiones.

Entre tanto, la opinión pública japonesa respalda la firmeza gubernamental: una encuesta de la NHK, del 11 de noviembre, reveló que el 71% de la población apoya el refuerzo de la respuesta a la invasión de los osos. El sacrificio controlado es visto no como un exterminio, sino como una gestión de la población necesaria para obligar a los osos a temer a los humanos y regresar a las montañas, evitando así que más vidas se pierdan. (RI/AG/IP/)


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