

El pitazo final en el estadio Ajinomoto desató una explosión de júbilo. Los jugadores japoneses corrieron desde el banco hacia el campo, conscientes de haber hecho historia: Japón venció 3-2 a Brasil, logrando por primera vez derrotar a una selección absoluta del llamado “país del fútbol” en un partido oficial.
Antes del encuentro, Ritsu Doan había anticipado el espíritu con que el equipo debía enfrentar a los pentacampeones. “Estamos hablando de si debemos salir a pelear golpe por golpe o mantenernos atrás. Pero queremos demostrar que podemos luchar de igual a igual”, dijo el mediocampista.
En la primera mitad, el dominio brasileño parecía total. Con rápidas combinaciones y pases de precisión quirúrgica, Brasil desarmó el bloque defensivo japonés y marcó dos goles. La situación lucía adversa. Takumi Minamino reconoció luego: “Queríamos terminar el primer tiempo sin goles en contra, pero al recibir dos, ya no teníamos nada que perder”.
Esa mentalidad cambió el rumbo del partido. A los 7 minutos del segundo tiempo, Minamino aprovechó un error provocado por la presión japonesa en campo rival y descontó con un potente disparo. Diez minutos más tarde, Keito Nakamura igualó el marcador tras un centro desde la derecha que encendió las gradas. Y en el minuto 26, Ayase Ueda selló la remontada con un implacable cabezazo tras un tiro de esquina.
Brasil intentó reaccionar en los minutos finales, pero la sólida defensa japonesa, encabezada por el joven Junnosuke Suzuki, resistió cada intento. El pitido final confirmó lo impensado: Japón había derrotado a Brasil.
Desde el primer enfrentamiento en 1989, la selección absoluta japonesa acumulaba once derrotas y dos empates ante los brasileños, con un saldo de solo cinco goles a favor y treinta y cinco en contra. Quince partidos después, el equipo de Hajime Moriyasu rompió el maleficio. “El fútbol japonés ha perseguido este momento durante décadas. Hoy demostramos que la perseverancia da frutos”, declaró el técnico emocionado.
El triunfo no solo tiene valor histórico; refuerza la convicción de un equipo que ya no teme hablar de grandeza. “Todos estamos creciendo para alcanzar ese objetivo”, afirmó Ueda. “Podemos decir que estamos en el camino hacia el Mundial con la ambición de ganarlo”.
Lo que parecía una meta lejana comienza a sentirse posible. Japón ya no solo compite: desafía a los gigantes y sueña con la cima del mundo. (RI/AG/IP/)
Descubre más desde International Press - Noticias de Japón en español
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.