
En medio de una inflación que encarece productos básicos, las verduras han sorprendido en Japón con precios inusualmente bajos. La estrella del momento es la lechuga, que en algunos supermercados de Tokio se vende a solo 73 yenes por unidad, una cifra que algunos consideran “milagrosa”. Sin embargo, detrás de esta oferta se esconde una situación difícil para los agricultores.
Según explicó a Nippon TV, Hiroaki Akiba, presidente de la cadena de supermercados Akidai, la caída de precios se debe a la acumulación de stock después del feriado de la «Semana Dorada», cuando los mercados mayoristas estuvieron cerrados por tres días. “Al reanudarse las operaciones, la cantidad de verduras que ingresó fue enorme, lo que hizo bajar los precios drásticamente”, señaló.
Akiba, con 40 años de experiencia en el sector, anticipó esta situación y realizó grandes compras desde el 7 de mayo, lo que le permitió ofrecer productos aún más baratos. En su tienda, por ejemplo, se venden berenjenas a 216 yenes el kilo, pimientos a 213 yenes por bolsa y pepinos a 59 yenes la unidad. Pero el caso más llamativo es el de la lechuga: grandes, frescas y al precio más bajo del año.
BUEN CLIMA, LECHUGAS GIGANTES
En la ciudad de Numata, en la prefectura de Gunma, uno de los principales centros de producción de lechuga, los agricultores enfrentan un dilema. El buen clima y el aumento de las temperaturas aceleraron el crecimiento de las plantas, provocando que muchas superen el tamaño estándar. Las lechugas pesan hasta un 40% más de lo normal, lo que complica su empaque y distribución, ya que no caben en las cajas diseñadas para productos de tamaño promedio.
Como resultado, una parte importante de la cosecha termina vendiéndose para procesamiento industrial, como verduras cortadas o productos preparados, a precios mucho más bajos.
Para los agricultores, este “milagro” de precios bajos no trae alegría. Michikazu Kenjo, líder de una cooperativa agrícola local, lo resume con claridad: “Es difícil. De verdad, es difícil. Solo producir una lechuga cuesta unos 70 yenes entre fertilizantes y combustible. Venderlas por 73 yenes apenas cubre los costos”.
Kenjo pide comprensión a los consumidores: “Queremos enviar productos de calidad, pero cuando hay sobreproducción, los precios caen. Necesitamos que la gente consuma más para que también podamos recuperar algo”.
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