
La escasez de arroz en Japón ha provocado un fenómeno inusual: cada vez más japoneses aprovechan sus viajes a Corea del Sur para comprar grandes cantidades de arroz, y llevárselo de vuelta a casa como un preciado souvenir. El hecho ha sido cubierto ampliamente por medios surcoreanos, que lo describen como una “fiebre del arroz”.
En supermercados coreanos, una bolsa de 4 kilos de arroz tipo Koshihikari se vende por unos 2.300 yenes, un precio atractivo frente a la subida de precios y la falta de producto en Japón. Televisoras coreanas incluso han entrevistado a turistas japoneses que salían de las tiendas con bolsas llenas de arroz.
En el pasado, Corea del Sur exportó arroz a Japón como ayuda humanitaria, por ejemplo tras el terremoto de 2011. Pero ahora, esta compra masiva responde a problemas internos del propio Japón: baja producción, acaparamiento por parte de intermediarios y falta de una política agrícola sostenible.
En Corea del Sur, el consumo de arroz ha caído drásticamente en las últimas décadas: de unos 136 kilos por persona en los años 70 a apenas 56 kilos hoy. Para apoyar a los agricultores, el gobierno compra más de 300 mil toneladas de arroz cada año como reserva, pero aún así sobra producto. Por eso, el 1 de abril las autoridades anunciaron que reducirán un 11% la superficie sembrada, para evitar la caída de precios.
Sin embargo, la repentina demanda de arroz por parte de turistas japoneses ha generado inquietud entre los surcoreanos. Muchos advierten que si el gobierno reduce la producción solo por la caída del consumo, Corea podría enfrentar a futuro los mismos problemas que hoy sufre Japón. En redes sociales surgen cada vez más mensajes que insisten en que la seguridad alimentaria debe ser prioridad nacional.
Este tema ha reactivado además el debate político. El exlíder del Partido Demócrata, Lee Jae-myung, había propuesto una ley para que el gobierno compre arroz excedente si los precios caen más de cierto nivel. Aunque el Congreso aprobó esa reforma, el presidente Yoon Suk-yeol la vetó, argumentando que era populista. Ahora, con lo que ocurre en Japón, crecen las voces que piden retomar la propuesta.
Mientras tanto, en Japón, la escasez también se ve agravada por la competencia interna. Según expertos del sector agrícola, desde el año pasado compradores de restaurantes de lujo en Tokio acuden directamente a zonas productoras y compran todo el arroz de alta calidad pagando precios elevados. Este arroz luego se sirve en platos exclusivos para turistas extranjeros. (RI/AG/IP/)
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