El Departamento de Comercio de Estados Unidos está evaluando nuevas normas que podrían restringir o incluso prohibir el uso de drones fabricados en China. Estas medidas, en fase de consulta pública hasta el 4 de marzo, buscan proteger la cadena de suministro de drones ante posibles amenazas de China y Rusia, que, según las autoridades, podrían permitir a adversarios extranjeros manipular los dispositivos de manera remota y exponer datos sensibles de EE UU.
China domina el mercado de drones comerciales en Estados Unidos, donde empresas como DJI, el mayor fabricante mundial, acaparan más de la mitad de las ventas. No obstante, la preocupación por los riesgos de seguridad nacional ha intensificado las acciones de Washington contra estas empresas.
En septiembre, la secretaria de Comercio, Gina Raimondo, adelantó que las restricciones podrían ser similares a las diseñadas para limitar la entrada de vehículos chinos al mercado estadounidense. Estas se centrarían en drones que incorporen equipos, chips o software de origen chino o ruso. Raimondo espera tener listas las reglas definitivas para los vehículos chinos a mediados de enero, y las normativas sobre drones seguirían una trayectoria similar.
El Gobierno de Joe Biden ha reforzado estas iniciativas. En diciembre, el presidente firmó una ley que podría prohibir a fabricantes como DJI y Autel Robotics vender nuevos modelos de drones en Estados Unidos. Una agencia no especificada tendrá un año para determinar si estos dispositivos representan riesgos inaceptables para la seguridad nacional.
ACUSACIONES A LOS FABRICANTES CHINOS
DJI ha estado en el centro de la polémica. En octubre, la empresa demandó al Departamento de Defensa por incluirla en una lista de empresas presuntamente vinculadas al ejército chino, argumentando que la designación es incorrecta y que ha causado un grave perjuicio financiero. Según la compañía, las autoridades de aduanas también han bloqueado la importación de algunos de sus modelos bajo la Ley de Prevención del Trabajo Forzado Uigur. DJI niega tajantemente que en su proceso de fabricación intervenga trabajo forzado.
A pesar de sus reiteradas negativas, los legisladores estadounidenses han expresado en numerosas ocasiones su preocupación por la capacidad de estos drones para recopilar y transmitir datos sensibles. En 2019, el Congreso prohibió al Pentágono la compra y el uso de drones y componentes fabricados en China, mientras que en septiembre de este año la Cámara de Representantes votó a favor de vetar nuevos modelos de DJI en el país.
El escrutinio hacia las empresas tecnológicas chinas se enmarca en una estrategia más amplia de Washington para limitar la influencia de Pekín en sectores clave como la inteligencia artificial, los semiconductores y la tecnología cuántica. La posible imposición de nuevas restricciones a los drones refuerza esta postura, alimentando la creciente tensión entre las dos mayores economías del mundo. (RI/AG/IP/)
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