“Tenía miedo de las llamadas y mi corazón saltaba cuando sonaba el teléfono”, dice una joven de 25 años que trabajaba para una compañía que recoge residuos en la prefectura de Hiroshima.
Cuando la mujer se unió a la empresa, tenía dificultades para responder a las llamadas de los clientes debido a que aún no estaba familiarizada con el negocio.
Además, tenía problemas en el manejo del lenguaje formal, revela The Japan Times.
Con el tiempo fue aprendiendo y estaba acostumbrándose a las llamadas telefónicas cuando un día un cliente se quejó de su atención.
La inseguridad volvió. Temía cometer errores nuevamente.
“Me daba miedo recibir llamadas”, dice.
La mujer solo hace llamadas en situaciones de emergencia. Con sus amigas, intercambia mensajes de texto en Line o Instagram.
Su caso no es excepcional. Muchos jóvenes en Japón tiene miedo de responder llamadas telefónicas.
Una estudiante universitaria de 22 años cuenta que no responde llamadas si provienen de un número desconocido.
Antes de devolver la llamada, busca el número en internet.
Un hombre de 45 años que trabaja para una empresa en Hiroshima dice que tiene dificultades para contactarse con sus colega veinteañeros.
Cuando no están en el trabajo no contestan las llamadas telefónicas. Cuando surge algo urgente y necesita comunicarse con ellos, antes de telefonearlos les manda un mail para preguntarles si está bien que los llame.
Pero no solo recibir llamadas genera temor o preocupación entre los jóvenes; hacerlas también puede ser un problema para ellos.
Una estudiante universitaria de 20 años teme llamar a la empresa donde trabaja como practicante. No encuentra el momento adecuado para hacerlo. “No quiero ser una molestia”, dice.
Hay jóvenes que se ponen nerviosos al recibir llamadas porque no están acostumbrados a hablar por teléfono con personas que no conocen.
En Maeda Housing, una empresa de remodelaciones en Hiroshima, lo saben muy bien.
Imparten un curso de formación para responder llamadas telefónicas dirigido a nuevos empleados. Han notado que en los últimos años cada vez más jóvenes tienen dificultades para hablar. (International Press)