En una escuela de secundaria en la ciudad de Fukuoka, los alumnos se sientan tres minutos antes de que se inicien las clases. Un minuto antes, comienzan a meditar.
Dejan de hablar, se enderezan y cierran los ojos. Silencio. Atmósfera tranquila.
Cuando suena la campana, los estudiantes dicen al unísono: “Estamos listos” y comienzan las clases.
La práctica es beneficiosa para los alumnos. Una chica de 14 años dice a Mainichi Shimbun: “Podemos hacer mucho ruido durante el recreo, pero después de meditar, nos sentimos tranquilos y preparados para la clase”.
El personal docente está de acuerdo. Un profesor afirma que las meditaciones “ayudan a refrescar la mente de los estudiantes”.
En la prefectura de Shizuoka, algunas escuelas también han adoptado la costumbre.
La meditación mejora la capacidad de concentración de los estudiantes, asegura un funcionario educativo.
La idea es extender la práctica a otros colegios.
Sin embargo, así como hay reglas no escritas o costumbres beneficiosas, también hay otras que han quedado obsoletas.
En declaraciones a Mainichi Shimbun, Hiromichi Miyazawa, profesor de una escuela de primaria pública en Tokio, revela que en un colegio se exigía a los estudiantes que mantuvieran contacto visual con los maestros durante al menos dos segundos al saludarlos antes de clases.
Al final la práctica se juzgó innecesaria y fue abolida.
Miyazawa está a favor de que los estudiantes cumplan ciertas reglas tácitas, pero afirma que hay que reconocer las diversas personalidades de los chicos.
Hasta el año pasado, en una escuela de la ciudad de Gifu los alumnos tenían que estudiar dos minutos en sus escritorios antes de cada clase como preparación para ella.
La regla no escrita se dejó sin efecto después de que la dirección del colegio concluyó que no era bueno invadir el tiempo de recreo de los estudiantes.
Los resultados, un año después, no han sido negativos. El rendimiento escolar y el afán de aprendizaje de los chicos no han disminuido. (International Press)
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