El 20 de junio, alrededor de las 11 p. m., el vietnamita Nguyen Long Thai, residente en la prefectura de Saitama, fue despertado por su esposa, que tenía 21 semanas de embarazo.
La mujer de 28 años lloraba mientras sostenía un bebé muerto en sus manos. Había caído mientras ella estaba en el inodoro. No respiraba.
La pareja no sabía qué hacer y Thai llamó a su suegra en busca de consejo, revela Asahi Shimbun.
La mujer les dijo que envolvieran el cuerpo del bebé con ropa de ambos y lo enterraran de inmediato en un área grande.
Thai llevó el cuerpo envuelto al lecho seco de un río cerca de su casa, cavó un hoyo, lo enterró y colocó piedras alrededor, como si fuera una tumba. Antes de irse juntó las manos. “Por favor, duerme aquí”, dijo.
Cuando Thai regresó a casa, su esposa lloraba, y su ropa y sábanas estaban manchadas de sangre.
Un compañero de trabajo le aconsejó al vietnamita que llamara al 119 para pedir una ambulancia. A pesar de que Thai llevaba cinco años en Japón, ignoraba la existencia del número telefónico de emergencia.
En el hospital, el médico le preguntó a Thai dónde estaba el bebé. El vietnamita, que no habla japonés, le respondió a través de una aplicación de traducción en su teléfono.
El médico avisó a la policía. Un agente llevó a Thai al lugar donde enterró a su bebé nacido muerto y lo arrestó.
El vietnamita estaba pasmado. No tenía idea de que lo que había hecho -abandono de cuerpo- era ilegal en Japón.
El hombre de 34 años estuvo nueve días detenido. Fue liberado y el 14 de julio viajó con su esposa a Vietnam, donde descansan las cenizas de su hijo muerto.
En su país tienen, además, dos hijos que están bajo el cuidado de los padres de Thai.
Thai tiene planeado regresar a Japón para continuar en su trabajo.
El presidente de su compañía asistió a la cremación del bebé y le pidió que tras dejar las cenizas en Vietnam volviera a Japón.
Además, espera la decisión de los fiscales sobre su caso.
El drama vivido por Thai, que no supo qué hacer en una situación de emergencia y que incluso desconocía la existencia del número telefónico 119, hace patente la necesidad de reforzar la orientación a los extranjeros.
“Espero que haya un sistema en el que los trabajadores extranjeros puedan recibir una amplia educación sobre las reglas de la vida cotidiana de las organizaciones y las empresas que los aceptan”, declaró a Asahi.
“Espero que nadie pase por lo que yo pasé”. (International Press)