Cuando existe la sospecha de que un niño es víctima de ijime, por pequeña que sea la sospecha, el profesor tiene que investigar el hecho, dice un experimentado educador japonés a un reportero del portal SoraNews24.
Después de escuchar al niño (y a sus padres de ser el caso), tiene que hacer lo mismo con los estudiantes involucrados en el bullying.
Es difícil para el maestro. Además de investigar, tiene que realizar sus tareas regulares (clases, preparación de estas, labores administrativas), lo cual lo obliga a hacer horas extras.
No solo es cuestión de tiempo. Lidiar con el ijime es un trabajo arduo. El educador explica que las mentes de los niños aún se están desarrollando, razón por la cual no es sencillo obtener un reporte claro de los hechos a partir de sus testimonios.
Y si el profesor, en su afán por ser riguroso, lanza preguntas que podrían interpretarse como un cuestionamiento a la versión de los niños involucrados (tanto de la víctima como de los victimarios), es probable que los padres se enojen y dirijan su ira al maestro: “¿Está llamando mentiroso a mi hijo?”.
El hostigamiento por parte de los padres puede ser tan estresante que a menudo los profesores toman una licencia para descansar.
Otra cosa: los maestros no son investigadores, por lo tanto no tienen la capacidad de un policía para interrogar a los involucrados.
Hablando de la policía, el reportero de SoraNews24 revela que los padres de un niño que era blanco de extorsión por parte de un compañero acudieron directamente a la policía para denunciar el hecho, sin avisar antes a la escuela.
Entonces, si hay ijime, ¿es recomendable que los padres acudan a la policía?
El educador dice que sí. “Definitivamente me gustaría ver a los padres ser proactivos en contactar a la policía”, responde.
Es difícil que las escuelas se comuniquen con la policía, dice. Tienen que ser los padres los que den ese paso. Mas aún, declara que a muchos profesores les gustaría que los padres de niños se pusieran en contacto con la policía.
Ahora bien, es un asunto complejo. El reportero ha escuchado historias de padres que acudieron a la policía para reportar que sus hijos eran víctimas de ijime, y la policía les dijo que no podían hacer nada por simples incidentes en la escuela. (International Press)
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