“Mi familia está a punto de derrumbarse”: la adicción de los hijos en Japón

Foto: Glenn Carstens-Peters

 

Su inmersión en los videojuegos comenzó cuando era estudiante de quinto grado de primaria. Faltaba a la escuela a menudo.


En secundaria, hizo amigos en línea con los que se embarcaba en juegos de cinco contra cinco dentro de edificios y ciudades virtuales. El chico sintió que había encontrado un lugar al que pertenecía, recuerda en entrevista a Yomiuri Shimbun.

En ese mundo, parecía que todos no hacían más que jugar para ser cada vez mejores y ganar. Él no quería ser menos y faltaba al colegio.

Pasaba hasta 14 horas jugando, desde las 7 a. m. hasta las 9 p. m., cuando sus padres cortaban internet.


Apenas comía y bebía. Ni siquiera quería perder el tiempo yendo al baño.

Su juego favorito se actualizaba cada tres meses con nuevos escenarios, personajes y otros elementos. Además, regularmente realizaba pequeños cambios, todo con el fin de mantener siempre enganchado al jugador.

“Nunca terminaba, y no podía salir de eso”, recuerda.


Era demasiado y sus padres dicidieron tomar una drástica decisión para frenar la adicción del chico: hospitalizarlo.

Los papás, residentes en la prefectura de Nagano, llevaron a su hijo al Centro Médico y de Adicciones Kurihama en Kanagawa cuando estaba en segundo año de secundaria.


Es un centro reconocido como pionero en Japón en el tratamiento a los adictos a internet y los juegos.

Estuvo tres meses internado y desde que le dieron de alta acude al sitio una vez al mes.

Hoy el chico tiene 18 años y se ha mudado a una residencia estudiantil en Tokio, para comenzar su vida universitaria.

Antes de trasladarse a Tokio, el adolescente y sus padres se reunieron con el director del hospital que alberga el centro, quien le preguntó: “¿Serás capaz de controlarte cuando vayas a la universidad?”.

El estudiante respondió que sí.

En una de las reuniones que se hizo en el centro con padres de chicos adictos, una mujer contó que su hija de 20 años, estudiante universitaria, había dilapidado alrededor de 6 millones de yenes (45.400 dólares) en cinco meses en una aplicación de transmisión de videos en vivo.

En este juego, cada vez que un espectador paga una “propina” a un streamer, este grita el nombre del “donante” y dice gracias frente a todos los que miran.

En la pantalla aparece, además, la cantidad de dinero que las personas dan, fomentando la competencia entre los espectadores.

La universitaria usaba varias tarjetas de crédito para pagar las propinas. Para cubrir los seis millones perdidos en el juego, la madre ha tenido que recurrir a su fondo de jubilación. “Mi familia está a punto de derrumbarse”, dice.

En 2021, el centro atendió por adicción a los juegos en línea a 2.600 pacientes ambulatorios. De ellos, el 60 % tenía 19 años o menos, incluyendo a 27 menores de 10 años. (International Press)


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