Una mujer que trabaja en una compañía en la prefectura de Ishikawa escribe a Yomiuri Shimbun. Lleva diez años en la empresa donde solo las mujeres sirven el té (y el café).
En su carta a Yomiuri, la mujer describe la rutina: las empleadas sirven café por la mañana y té a las 11 a. m., a la hora del almuerzo y a las 3 p. m.
Además, al final de la jornada laboral tienen que lavar las tazas (aunque estén ocupadas).
Ojo, no es que el trabajo de las mujeres consista en servir el té y lavar las tazas.
Las mujeres tienen sus propias tareas en la empresa, y servir el té y lavar las tazas es un servicio extra que solo ellas hacen (por ser mujeres). Los hombres están exonerados.
Eso acarrea que a veces las mujeres tengan que dejar de hacer sus trabajos para servir el té, con lo cual tienen que hacer horas extras para culminar sus tareas regulares.
Algunas empleadas dicen que no hay nada que se pueda hacer, porque los hombres están al mando en la compañía.
A la mujer que escribe a Yomiuri le molesta la costumbre y le gustaría que al menos los hombres lavaran sus propias tazas.
Sin embargo, la mujer teme que al alzar la voz perturbe la armonía en el trabajo y sea objeto de críticas.
¿Qué puede hacer para plantear el tema sin que ello implique desestabilizar la armonía en la empresa?
“Lo que describe es como una escena de un drama del período Showa (1926-89), con empleadas caminando por la oficina repartiendo té en bandejas. ¡No puedo creer que todavía exista un lugar de trabajo tan anacrónico!”.
Quien le responde, a través de Yomiuri, es el escritor Tomomi Fujiwara.
Fujiwara explica que la práctica de que solo las mujeres sirvan el té (además de hacer sus trabajos regulares) viola la ley de igualdad de oportunidades en el empleo.
El autor le sugiere que en su trabajo diga, por ejemplo: “Me sorprende que este lugar de trabajo viole la ley”.
Ahora bien, sabe que una frase así afectará la armonía en el trabajo; sin embargo, podría tener efectos positivos al modificar “la estructura obsoleta de la empresa, aunque solo sea un poco”.
“Ha habido muchas trabajadoras valientes en lugares de trabajo de todo el país que han expresado su oposición a servir el té”, resalta Fujiwara.
Si el asunto no se puede resolver puertas adentro, otra opción es llamar a la Oficina de Inspección de Normas Laborales en busca de apoyo, concluye. (International Press)