En 1984, una mujer de 69 años, administradora de una tienda de licores en la prefectura de Shiga, fue asesinada. El criminal también robó dinero del establecimiento
Hiromu Sakahara fue arrestado y condenado por el asesinato y el robo.
En 2000, el Tribunal Supremo de Japón ratificó la sentencia a cadena perpetua contra el hombre, que hasta su muerte en 2011, a los 75 años, batalló por su inocencia.
La lucha no culminó con el fallecimiento de Sakahara. Su familia la continuó y el lunes obtuvo un triunfo con la decisión del Tribunal Superior de Osaka de ordenar un juicio póstumo para el hombre, informó Kyodo.
Al principio Sakahara confesó el asesinato, pero lo hizo bajo coacción, dijo después.
En 2018 el Tribunal de Distrito de Otsu ordenó un nuevo juicio cuestionando la credibilidad de la confesión.
Para dicho tribunal, Sakahara habría sido obligado a confesar después de ser golpeado y amenazado por varios policías, uno de los cuales le dijo que la familia del hombre con el que se había casado su hija sufriría daños.
Además, la manera en que murió la mujer -de acuerdo con análisis forenses que la defensa presentó durante su solicitud de nuevo juicio- no coincide con el relato de la confesión de Sakahara sobre el crimen, lo que indicaría que él no la mató. (International Press)