Japón decidió hoy viernes adquirir la capacidad de atacar bases enemigas y duplicar los gastos de defensa en un cambio dramático en su política de seguridad de posguerra.
Dado que el entorno de seguridad que rodea a Japón se vuelve inestable ante las amenazas de China y Corea del Norte, Tokio, que ha rechazado la guerra durante los últimos 77 años, podrá atacar directamente el territorio de otro país en caso de emergencia.
El Nikkei dijo que los documentos, incluida la «Estrategia de Seguridad Nacional» (NSS), establecen políticas como aumentar el gasto en defensa al 2% del producto interno bruto y adquirir capacidad de contraataque sobre los sitios de lanzamiento de misiles enemigos.
El NSS describe a Japón como un país «en medio del entorno de seguridad más severo de la posguerra» y enfatiza que enfrenta amenazas de Corea del Norte y China, que han lanzado misiles repetidamente cerca al país. El documento señala que Japón «preparará una base firme para el peor de los casos».
Los documentos revisados afirman que el centro del poder mundial se está «desplazando hacia Asia-Pacífico». Los documentos advierten, sin dar nombres, que «algunos países» están tratando de aumentar su influencia y ejercen presión económica sobre otras naciones restringiendo las importaciones de recursos naturales y otorgando préstamos de una manera que ignora la capacidad de los beneficiarios para endeudarse.
La NSS, la política básica para la diplomacia y la defensa, fue revisada por primera vez desde su creación en 2013. Los otros dos documentos, la «Estrategia de Defensa Nacional» y el «Plan de Desarrollo de la Fuerza de Defensa», recibieron nuevos nombres.
El gobierno japonés creó sus primeras «Directrices del Programa de Defensa Nacional» en 1976 en medio del alivio de las tensiones de la Guerra Fría. El nuevo NSS se aleja del «Concepto Básico de Fuerza de Defensa», que en ese momento apuntaba a un desarrollo equilibrado y mínimo de la fuerza de defensa.
El Artículo 9 de la Constitución de Japón establece: «El pueblo japonés renuncia para siempre a la guerra como un derecho soberano de la nación y a la amenaza o el uso de la fuerza como medio para resolver disputas internacionales» y «El derecho de beligerancia del estado no será Reconocido».
Ganar capacidad de contraataque es una característica clave de los tres documentos revisados, que cambiarán la política anterior de «no tener los medios para atacar a un país oponente».
El uso de contraataques se define como «las medidas mínimas necesarias de autodefensa» y se limita a «objetivos militares», como las bases de misiles. El gobierno ampliará su gama de misiles de producción nacional y comprará misiles de crucero Tomahawk de fabricación estadounidense.
Hasta ahora Tokio ha confiado en Washington para su capacidad de contraataque, con EEUU desempeñando el papel de «lanza» y «escudo» de Japón. La estrategia futura de las Fuerzas de Autodefensa de Japón pasará de estar centrada en un sistema de defensa antimisiles de intercepción a una «defensa integrada antiaérea y antimisiles».
Los documentos advierten que «no se descartará la posibilidad de que ocurra un incidente grave similar en la región del Indo-Pacífico y el este de Asia». Continúan diciendo que China está desafiando el orden internacional al fortalecer los lazos con Rusia.
Los documentos también dicen que Japón tiene como objetivo establecer y expandir una «red de múltiples capas» con sus aliados y países de ideas afines, incluidos EEUU, Australia, Corea del Sur, India y las naciones de la ASEAN.
Pero la cooperación con EEUU seguirá siendo esencial para mejorar la eficacia de la disuasión. Los documentos incluyen por primera vez la creación de un «Comando Conjunto Permanente», que será responsable de la coordinación entre las ramas terrestre, marítima y aérea de las Fuerzas de Autodefensa y las Fuerzas Armadas estadounidenses. (AG/RI/)
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