Cuando la pobreza en Japón se convierte en un “dolor infernal”

Billete de mil yenes (HelloThankYou / YouTube)

 

Suben los precios de los alimentos y la electricidad en Japón, pero los pagos de ayuda pública siguen igual, y eso lo sufren las personas que dependen de la asistencia estatal para subsistir.


Entre ellas, las más de 500 personas que un día de agosto hacían cola frente a la sede del gobierno de Tokio para recibir pan, arroz y frutas, entre otros alimentos.

Una de las personas en la fila, una mujer de 72 años, relató su historia a Mainichi Shimbun.

La anciana depende de la ayuda pública desde que hace 10 años fue despedida de una fábrica de maquinarias en la prefectura de Shizuoka, donde trabajaba.


La mujer se mudó a Tokio con la esperanza de encontrar empleo, pero una enfermedad crónica que la debilita físicamente se lo impidió.

La anciana contó que después de pagar el alquiler del apartamento donde vive sola y el recibo de su su teléfono móvil (que utiliza para ponerse en contacto con el municipio y el hospital) le quedan unos 65.000 yenes (484 dólares) mensuales.

Si la mujer se queda en casa, tiene que usar el aire acondicionado para mitigar el impacto del intenso calor. Como no puede permitírselo debido al aumento de los recibos de luz, sale a la calle.


¿Qué hace? Viaja en los autobuses del gobierno de Tokio con boletos gratuitos que ofrece un programa de asistencia social.

Sin embargo, tampoco quiere pasar mucho tiempo fuera de casa por miedo a contagiarse de coronavirus en medio de la séptima ola por la que atraviesa Japón.


En diálogo con Mainichi, la mujer dijo: “Me horroriza ver la factura y ver cuánto me costó la electricidad este mes”.

La anciana abrió su cartera y mostró su contenido: cuatro billetes de 1.000 yenes (7,4 dólares) y algunas monedas. “¿Cómo se supone que voy a vivir solo con esto? Todos los días sufro un dolor infernal”, dijo al borde de las lágrimas.

Un hombre de 46 años, también en la cola para recibir alimentos, solo enciende el aire acondicionado en su apartamento cuando el calor lo marea.

El japonés pasa el día en bibliotecas y tiendas con aire acondicionado. Vive solo y depende de la asistencia pública desde que tuvo que abandonar su trabajo como taxista debido a una enfermedad.

Para economizar, compra cajas de comida a mitad de precio justo antes de que cierren los supermercados. Aunque es muy difícil sobrevivir con la ayuda pública, se las arregla. Sin embargo, la situación se hace insostenible cuando los precios suben.

En el año fiscal 2021, 229.878 personas solicitaron asistencia social en Japón. Por segundo año consecutivo, el número de solicitudes de ayuda pública aumentó en el país. (International Press)


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