Han transcurrido 77 años desde el bombardeo de la ciudad de Tsukumi en la Isla de Hoto, en la punta de la Península de Youra en la prefectura de Oita. La mañana del 25 de julio de 1945, a pocos días del fin de la Segunda Guerra Mundial, aviones estadounidenses que partieron de un portaaviones lanzaron bombas sobre la localidad alrededor de las 10 de la mañana. Una de ellas impactó directamente sobre la escuela Escuela Nacional de Hotojima (Hotojima Kokumin Gakko) , la única escuela primaria de la isla.
Murieron 127 niños. No solo les lanzaron la bomba sino que también los ametrallaron. Hasta ahora no se ha esclarecido porqué se atacó la escuela con tanta insania y porqué tenía que ser objetivo militar. Se sabía que las lanchas atuneras participaban en la limpieza de minas en el mar, pero la isla vivía en tranquilidad y no era base militar desde donde se organizaran acciones hostiles. Los norteamericanos dijeron que el ataque fue accidental, pero las naves abrieron a tan baja altura que debieron haberse dado cuenta de que estaban ametrallando a niños pequeños de una escuela.
El episodio es recordado como la «tragedia de Oita» y cada año, los lugareños la recuerdan con rezos y canciones que evocan las almas de los niños y dos profesores muertos en la acción.
Hotojima prosperó como un puerto de pesca de atún. Antes de la guerra, 2.200 residentes vivían en la ciudad con una área de 4 kilómetros, y 500 niños asistían a esa escuela.
Los testimonios recuerdan los gritos de los niños que fueron aplastados por los escombros del edificio o alcanzados por las balas de las ametralladoras, mientras los padres corrían llamando desesperados a sus hijos.
Las víctimas fueron alumnos del primer y quinto grado que fueron sorprendidos por el bombardeo en plena clase.
Se cuenta que después de regresar de la guerra, Toyogen Suzuki, el ex sacerdote principal del Templo Jizo se enteró que su hija Akiyo, que estudiaba en el primer grado, había muerto en ese ataque. Para realizar el servicio conmemorativo por Akiyo y otros niños que no pudieron ser identificados o fueron declarados desaparecidos, Suzuki pidió juntar las cenizas de los restos hallados y fueron mezclados con concreto para construir la famosa estatua conocida como «Hone Jizo». Suzuki murió en 1961.
Este año, un grupo de 30 personas se reunieron en la misa conmemorativa. Ante ellos, el sacerdote explicó ante la imagen de «Hone Jizo» que se trataba de «un símbolo que transmite tragedia y deseos de paz».
En la isla nadie quiere olvidar el trágico episodio que se transmite ahora directamente de los abuelos. Los alumnos de la escuela dicen que quieren seguir contando esta historia a través de las redes sociales para conocer el pasado y conectar con la importancia de la vida y la paz. (RI/NI/)