El autor del asesinato de 19 niños y dos maestros en una escuela primaria de Texas, EEUU, anunció en línea sobre sus intenciones 10 minutos antes del ataque, así lo dijo ayer el gobernador de Texas, Greg Abbott.
Salvador Ramos, de 18 años, también envió un mensaje sobre planes de dispararle a su abuela y escribió luego que lo había hecho. No se sabe qué plataforma usó.
LA MADRE DEL ATACANTE
Celia González, de 66 años, quien recibió un disparo en la cabeza de su nieto, sobrevivió y logró llamar a la policía. Ella está en el hospital y su hija, la madre de Ramos, Adriana Reyes, ha expresado su sorpresa por la masacre.
«Mi hijo no era una persona agresiva. Estoy sorprendida por lo que hizo», dijo a los periodistas, y agregó que estaba orando por las víctimas.
Ramos no se graduó de la escuela secundaria. No tenía antecedentes policiales ni era enfermo mental.
El atacante estrelló un automóvil cerca del lugar del ataque, dejó caer una bolsa llena de municiones y corrió hacia la escuela cuando vio a un policía. Logró evitarlo y entró por la puerta trasera. Tenía un rifle AR-15, pero no hubo intercambio de disparos en ese momento, informó Reuters.
ESTUVO UNA HORA EN LA ESCUELA
Cuando Ramos ingresó al salón del cuarto grado, mató a todos los que estaban allí. Estuvo en el edificio durante aproximadamente una hora.
La policía y los guardias fronterizos rodearon la escuela. Rompieron ventanas para ayudar a niños y trabajadores a escapar.
«Había muchos niños entre los heridos que sobrevivieron al tiroteo», dijo un portavoz del Departamento de Seguridad Pública de Texas, Chris Olivares.
COMPRÓ LOS RIFLES LEGALMENTE
Según las autoridades, unos días antes del tiroteo, el atacante compró legalmente dos rifles y 375 rondas de municiones.
Los padres de las víctimas expresaron su dolor por la pérdida de sus hijos en las redes sociales.
«Le dijimos que la amamos y que la recogeríamos después de la escuela. No teníamos idea de que era un adiós», cita la publicación en Facebook de Kimberly Mata-Rubio, recordando a su hija, Alexandria Aniyah Rubio, una estudiante de cuarto grado. (AG/)
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