Desde agosto de 2021, cuando se sustentó la Política General de Gobierno al 2026, hemos sido testigos de un proceso de vacancia a menos de medio año de asumir la presidencia el profesor Pedro Castillo Terrones. Parecería que un ala de nuestra clase política ha encontrado en esta herramienta de control su pasatiempo favorito. La premisa es básica y sigue una constante: el poder.
Si retrocedemos un poco más y nos ubicamos en la campaña presidencial también podemos definir otra muletilla: el socialismo contra el capitalismo, los ricos y los pobres, el de arriba y el de abajo, al punto de vaticinar que a niveles de realidad social y económica estaríamos en la ruta de la experiencia venezolana. Horror en vano. Típico sicosocial que polarizó al país sobre otra constante: dosis de fatalismo con piscas de liminar desconocimiento. Una mezcla peligrosa a todas luces.
No es fácil gobernar. Gestionar un Estado es una labor compleja por que el Estado es complejo. Lleno de formalidades, lineamientos, directivas, políticas, planes, programas, actividades, etc. De la forma como lo quieran ver, cada aspecto tiene su propia singularidad y características y detrás de su planeamiento, organización, ejecución y puesta en marcha hay decenas, cientos, miles de personas tanto del sector público como del sector privado, la sociedad en su conjunto que la hace funcionar día a día.
¿PROPUESTA VISIONARIA? ¿CÓMO LO VAS A HACER?
Con este antecedente, darle una pasada al ideario cerronista permite concluir que un país no se puede gobernar solo con intenciones, lo expuesto nos lleva prácticamente a definir lo complicado y fantasioso que puede resultar copiar modelos, y también, lo preocupante que puede significar pretender liderar una gestión cuando no te alineas con formalidad a tu propia realidad social y económica.
De ahí la famosa interrogante que planteamos cuando escuchamos una propuesta visionaria y rimbombante: ¿Cómo lo vas a hacer? Y es que el Perú de hoy no es un Estado de los 60’s o 70’s. El Perú de hoy no te asimila gestas o poses revolucionarias. El ADN del Estado peruano – tan complejo como cohesionado- absorbe, asimila y diluye cualquier posición mesiánica que pretenda quebrarlo, hasta convertirla en parte del sistema, al punto de subyugarte y por qué no, someterte.
el modelo económico sigue siendo el mismo, y por lo visto seguirá su senda según las lecturas del Marco Macroeconómico Multianual (MMM) 2022 – 2025 aprobada por un ala radical del actual Gobierno
La aprobación de la Política General de Gobierno al 2026 no hizo otra cosa que darle continuidad al sistema. El Estado peruano sigue sobre su eje. Únicamente se actualizó la performance que hemos tenido en los últimos veinte años, pero el modelo económico sigue siendo el mismo, y por lo visto seguirá su senda según las lecturas del Marco Macroeconómico Multianual (MMM) 2022 – 2025 aprobada sólo hace unos meses por un ala radical del actual Gobierno e increíblemente teniendo como referencia las confiables proyecciones y recomendaciones del Concejo Fiscal liderada por expertos de la Universidad del Pacífico, Universidad Católica, etc. No es broma.
Un dato importante, con las proyecciones del Marco Macroeconómico Multianual es que se elabora el proyecto de Ley de Presupuesto del Sector Público. El mismo proyecto que el actual Gobierno sustentó ante el Congreso de la Republica y que motivó la expedición de Ley de Presupuesto del Sector Público para el Año Fiscal 2022, la Ley de Equilibrio Financiero del Presupuesto del Sector Público para el Año Fiscal 2022 y la Ley de Endeudamiento del Sector Público para el Año Fiscal 2022.
LA CONSTITUCIÓN DEFINITIVA
Les comentaba líneas arriba que el ADN del Estado peruano te absorbe, pues les acabo de dar un claro ejemplo, al final el más recalcitrante defensor de la lucha de clases puede terminar sustentando posiciones como el más liberal de los liberales. La economía social de mercado establecida en la Constitución del 93, en definitiva, habría llegado para quedarse. Si bien no escapa a ciertas adecuaciones, ello no implica en lo absoluto apostar por un cambio de Constitución. Mesura y tranquilidad. Corresponderá al gobierno de turno orientar adecuadamente el país y estimular la creación de la riqueza sin dejar a nadie atrás.
Con la ruta económica planificada y definida – visionada por los técnicos peruanos desde antes de las elecciones – algunos temores se van diluyendo, la pesadilla de tener a Maduro o a Evo en la sala de nuestras casas parece alejarse a beneplácito de la mayoría de los peruanos. Cualquier protagonismo mediático no debería pasar de aquello. Nuestro modelo económico estaría en la ruta de la solidez.
El trabajo a futuro para los peruanos va a ser arduo, no olvidemos que la Política General de Gobierno se desarrolla sobre diversos ejes básicos, que se encuentran interrelacionados y que guardan consistencia con el marco de políticas y planes de nuestro Estado. Estos ejes cuentan con lineamientos y líneas de intervención que orientan las acciones de las distintas entidades públicas en sus tres niveles de gobierno (ministerios, gobiernos regionales, provinciales y locales) que van desde la generación de bienestar y protección social con seguridad alimentaria, la reactivación económica, el fomento de actividades productivas con desarrollo agrario y rural, el impulso de la ciencia, tecnología e innovación, el fortalecimiento del sistema educativo y recuperación de los aprendizajes, la descentralización, el fortalecimiento institucional y el servicio civil, el fortalecimiento de la seguridad ciudadana, la lucha contra la corrupción, la lucha contra el narcotráfico y terrorismo, la gestión eficiente de riesgos (prevención contra desastres naturales) y amenazas a los derechos de las personas y su entorno, la transformación digital con equidad, entre otros.
SALUD, EL ÉXITO DE UNA SOCIEDAD
No obstante, este esfuerzo podría caer en saco roto si es que el Estado no apuesta por tener a su población saludable. La población es el eje básico del progreso de las naciones; el éxito de una sociedad y su trascendencia descansa en sus ciudadanos.
El Plan Estratégico Multisectorial al 2030 del Ministerio de Salud se denomina “Perú: país saludable” y sería un despropósito no continuar con esta línea, más aún cuando uno de sus objetivos prioritarios radica en mejorar las condiciones de vida de la población alejándolas de la vulnerabilidad y el riesgo. La lucha contra el COVID-19 y los esfuerzos por tener a nuestra población vacunada no son producto de una improvisación antojadiza ni la ocurrencia de algún illuminati o los resultados de una conspiración reptiliana.
La vacunación masiva, gratuita, disponible a nivel nacional y sin discriminación tiene por objetivo fortalecer la estrategia de prevención y atención contra el SARS y sus variantes con la participación ciudadana en todos los niveles. Su finalidad es preservar la vida y salud de las personas. Tener a nuestra población inmunizada debe ser nuestro norte, aplicar las medidas preventivas lo es mucho más. Los intereses oscuros vendrían de aquellos gestores que promocionan los llamados “certificados de exención” nada más falaz, nada más tendencioso. Cuidado con ello.
RIESGO DE DESASTRE, EL INCOMPRENDIDO
La gestión del riesgo no puede obviarse. Cada vez que tiembla una parte del Perú, temblamos todos. Según los especialistas se espera un sismo de proporciones graves. ¿Qué tan preparados estamos ahora? Un sismo no distingue entre la bancada oficialista y la oposición. La afectación podría ser general y total. Si bien, el Perú ha logrado importantes avances en gestión del riesgo de desastres a partir del año 2010 con la inclusión de la Política de Estado N° 32 “Gestión del Riesgo de Desastres” y la creación del Sistema Nacional de Gestión del Riesgo de Desastres-SINAGERD; la aprobación de la Política Nacional de Gestión de Riesgo de Desastres al 2050 nos define diversos objetivos prioritarios que a la vez no dejan de llamar a la reflexión: por ejemplo, la falta de comprensión del riesgo de desastres en todas sus dimensiones de vulnerabilidad, capacidad, grado de exposición de personas y bienes, así como de las características de las amenazas o peligros y el entorno incluyendo situaciones hipotéticas sobre el cambio climático.
El modelo económico conservará su solidez. Nuestro Estado complejo lo seguirá siendo, engullendo cual agujero negro a cualquier explorador que no se adecue a sus dificultades y premisas.
Es evidente, que lo expuesto no sería considerado un objetivo a lograr si es que nuestra sociedad tuviera real conciencia de ello. Preocupante a todas luces. Resulta fundamental fortalecer la incorporación de la gestión del riesgo de desastres en la inversión pública y privada, así como asegurar la atención de la población ante la ocurrencia de emergencias y desastres, apostando por mejorar la recuperación de la población y sus medios de vida afectados por emergencias y desastres. Lo expuesto, es fundamental tenerlo en consideración. No lo digo yo. Esta resaltada en dicha política pública.
Entramos al 2022 con cierta intranquilidad y a la vez con expectativas. El modelo económico conservará su solidez. Nuestro Estado complejo lo seguirá siendo, engullendo cual agujero negro a cualquier explorador que no se adecue a sus dificultades y premisas.
La ruta está diseñada a niveles prácticamente vinculantes. Al Gobierno no le quedará mayores flancos que seguir el rumbo de las políticas y planificación procurando resultados estratégicos. No obstante, mientras se adecué, mientras le encuentra el paso y el ritmo, tiene un Congreso que acecha con actores políticos de distintos valores y calibres. Lo acabamos de ver con el intento de vacancia, donde sumando y restando había más que perder que ganar. La forma de hacer política en el Perú a veces tiene un efecto perverso: se le da la espalda a las políticas públicas y a sus planes coordinados. No se miden efectos ni consecuencias, el acceso al poder tiene un mayor peso de intereses respecto del bienestar común. Es lo que se ha visto. Es lo que se viene evidenciado.
El cambio requiere compromiso, preparación y ciertas dosis del don de la gestión. Sobre lo ya expuesto, veremos que nos deparará este 2022. Cómo enfrentamos sus cuitas, sus rumbos y bifurcaciones.
(*) Antonio E. Álvarez
- Tiene estudios en Derecho en la Universidad de San Martín de Porres.
- Especialista en Planeamiento Estratégico de la Universidad del Pacífico, con estudios en Análisis Prospectivo y Gestión Pública.
- Especialista en Planeamiento Territorial de la Escuela de Gobierno de la Organización de Estados Americanos – OEA
- Especialista en Derecho Administrativo en la Universidad ESAN con estudios en Gestión Pública y Modernización.
- Especialista en Administración de Gobiernos Regionales y Locales del CAEN – Centro de Altos Estudios Nacionales.
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