Seiichi Nakate, un hombre de 60 años, vivía en la prefectura de Fukushima cuando la región de Tohoku fue devastada por una triple catástrofe: terremoto, tsunami y accidente nuclear, el 11 de marzo de 2011.
Casi 10 años después, Nakate aún no puede retornar a Fukushima. Él es uno de los alrededor de 30.000 evacuados de la mencionada prefectura que están dispersos por todo Japón, según estadísitica del gobierno nipón.
Nakate declara a Kyodo que el desastre de 2011 le “quitó la alfombra» debajo de sus pies y lo dejó con la sensación de que estaba «desapareciendo».
El hombre, casado y con dos hijos, debió separarse de su familia tras el accidente nuclear. Por miedo a la radiación, su esposa e hijos abandonaron Fukushima para establecerse en el oeste de Japón. Él decidió quedarse.
Un año y medio después, Nakate se reencontró con su familia. Ahora viven en la ciudad de Sapporo, prefectura de Hokkaido.
Nakate es codirector de una organización en Hokkaido que lucha por los derechos de los evacuados de Fukushima en todo Japón, y que surgió en 2015 ante las deficiencias de una campaña lanzada por el gobierno japonés para promover el regreso de los evacuados a Fukushima.
De acuerdo con Nakate, la iniciativa gubernamental se realizó sin considerar las necesidades y los deseos de los afectados. El hombre sostiene que el gobierno japonés desconoce la situación real de los evacuados, incluyendo su número real, que no coincide con la cifra oficial.
Entre los múltiples problemas que enfrentan los exhabitantes de Fukushima resaltan los económicos. Hay disparidad en el trato a los evacuados. Por citar un caso, aquellos que abandonaron zonas sin órdenes de evacuación por parte de las autoridades no fueron elegibles para recibir apoyo para cubrir el alquiler de viviendas.
El gobierno de Fukushima creó un plan para que los afectados se establecieran, sin costo alguno, en viviendas desocupadas de complejos habitacionales para trabajadores del gobierno japonés. El programa de viviendas gratuitas expiró en marzo de 2017 para aquellos que dejaron Fukushima sin que mediara una orden de evacuación.
Algunas personas con dificultades económicas han decidido quedarse, colisionando con el gobierno de Fukushima, que el año pasado presentó una demanda judicial contra cuatro familias que ocupan viviendas en Tokio sin pagar.
En declaraciones a Kyodo, la profesora de sociología Yayoi Haraguchi advierte de que si bien la mayoría de los evacuados de Fukushima han conseguido rehacer sus vidas, susbsisten problemas como pobreza, desempleo y angustia.
«Puede parecer que las cosas están bien, pero hay muchos problemas invisibles debajo de la superficie», subraya.
La experta señala que hay evacuados jóvenes y de mediana edad, desde veinteañeros hasta cuarentones, que han caído en depresión o se han convertido en hikikomori (persona que se aísla de la sociedad) debido a la falta de trabajo. (International Press)
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