Miracle nació en 2003 en Japón, donde vive y se ha criado. Habla japonés. Quiere estudiar para ser partera. Sin embargo, aunque lo lograra no podría trabajar porque es “ilegal”.
Sus padres, ambos de Ghana, arribaron a Japón a principios de la década de 1990 con visa de turistas. Encontraron trabajo en una fábrica y construyeron una vida en Japón.
Cuando Miracle tenía 7 años, su padre fue detenido por trabajar sin visa.
La madre de la adolescente reconoce en declaraciones a la NHK que estuvo mal permanecer en Japón sin visa y ofrece disculpas. «Vivir juntos sin visa está mal. Rompimos las reglas, lo siento mucho», dice.
Sin embargo, con casi 30 años viviendo en Japón y una hija nacida y formada en el país asiático, que solo habla japonés y sin ninguna relación con el país de sus padres, es difícil para la familia retornar a Ghana.
La familia está haciendo gestiones para acogerse a un permiso de residencia especial. Los tres están en libertad provisional. «Aunque somos seres humanos normales, nos tratan de forma diferente», dice la chica.
Mientras tanto, viven en una iglesia.
En 2019, un funcionario de inmigración le dijo a Miracle que si quería quedarse en Japón como residente, sus padres deberían considerar regresar a Ghana. La estudiante no quiere separarse de ellos.
¿Cuáles son las chances de la familia de beneficiarse del permiso especial de residencia? Si bien cumplen con requisitos como tener un hijo nacido y educado en Japón y están bien integrados en la sociedad japonesa, la tasa de éxito de las solicitudes se ha desplomado en un 90 % en los últimos 15 años, según la NHK.
La familia tiene el apoyo de personas como Masayuki Koshimizu, dueño de una fábrica, que ha recogido firmas para pedir al Ministerio de Justicia que reconsidere el caso de Miracle y sus padres.
Koshimizu dice que los extranjeros que se quedan más tiempo del que indica sus visas no deben ser considerados simplemente ilegales.
Por otro lado, Ippei Torii, líder de una organización que defiende a los trabajadores extranjeros, apunta a las autoridades, recordando que cuando Japón sufría una grave escasez de mano de obra se hacían la vista gorda ante los trabajadores ilegales porque los necesitaba. (International Press)
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