Perú no encuentra quien lo gobierne ni su presidente Manuel Merino parece cerca de hallar la ‘ancha base’ en la que ofreció sustentar su Ejecutivo, menos aún después de nombrar al conservador Ántero Flores-Aráoz como primer ministro, una opción que parece limitar, y mucho, sus opciones para elegir ministros.
Desde que el lunes el Congreso votó abrumadoramente por vacar a Martín Vizcarra y poner en su lugar a Merino, el titular de la cámara, ha sido creciente la sensación, corroborada por algunos hechos, de que el nuevo presidente tiene serias dificultades para completar su gabinete entre serios cuestionamientos a la legitimidad de su poder y un enorme rechazo ciudadano.
Nadie parece haberse ofrecido, nadie parece haber aceptado propuesta alguna, y desde el propio Flores-Aráoz solo han surgido deseos y promesas, pero ninguna certeza, salvo que ‘ya hay un nombre’ para el ministerio de Economía.
Mientras, pasa el tiempo y el Estado peruano sigue amenazado de una parálisis total en plena emergencia por la Covid-19 y sumergido en una profunda crisis política y económica.
«Es evidente que le será muy difícil formar un gobierno de ‘ancha base’, sea lo que sea lo que eso signifique, si ese gobierno nace de una decisión que va en contra de la opinión mayoritaria de los peruanos», afirmó a Efe el politólogo Mauricio Zavaleta, de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP).
Del mismo modo se expresó el periodista y analista político Ramiro Escobar, para quien también es ‘evidente’ que el retraso en anunciar un solo nombre para el Consejo de Ministros se debe a que «no encuentra a nadie que quiera gobernar con él».
FLORES-ARÁOZ Y LA CALLE «ALEONADA»
Tal es así que Flores-Aráoz juró en solitario como primer ministro, un hecho inusitado en la vida política peruana, donde lo habitual es que el premier y sus ministros asuman en una ceremonia única como ejemplo de unidad y responsabilidad colectiva.
Ambos analistas apuntaron que muy pocas personalidades políticas o con capacidades técnicas estarían dispuestas a aceptar una propuesta por parte de Flores-Aráoz y Merino, quienes prometieron a los peruanos un gabinete ‘técnico’ y ‘neutral’.
«Con la nula aceptación popular, aceptar un cargo será incinerarse al momento ante la opinión pública. Quemarse para siempre. Alguno podrá aparecer, como apareció Flores-Aráoz, pero será difícil que encuentre alguien mientras los días pasan y la calle está leonada», añadió Escobar.
Para Zavaleta, además, el hecho de que el Congreso que aupó a Merino al poder haya aprobado medidas económicas ‘abiertamente demagógicas y que mellan el sistema macroeconómico peruano’, evita también que profesionales y técnicos de centro-derecha quieran acercarse al Ejecutivo.
Para despegarse de las virulentas críticas que señalan que su acceso al poder se debió a arreglos y componendas entre los grupos parlamentarios, Merino anunció nada más asumir que el Gobierno no estaría formado por representantes de esos partidos, una solución que capaz es la única que puedan encontrar a fin de cuentas y que además ‘hubiera sido la más fácil’.
«Pero claro, no quieren repartirse los ministerios por una cuestión de imagen publica (…) El reparto (del poder) es lo que uno hubiera esperado en la negociación de la vacancia, que se coordinen ministerios, que además sería lo más natural. Pero dan pasos para aparentar que no son ellos (el Congreso) los que gobiernan», subrayó Zavaleta.
El afán público de los diputados y los partidos implicados en la vacancia por enfatizar que la decisión fue ‘libre’, ‘independiente’ y que ‘no fue comprada’, no disimula el hecho de que la destitución fue ‘demasiado rápida, generadora de incertidumbre y, en cualquier caso, fruto de que se envalentonaron una tarde’
«Creo que no saben qué hacer, sinceramente. Por eso Merino toma juramento a Flores-Aráoz, toma lo que hay pues no tienen mucho margen de maniobra», añadió el politólogo.
Precisamente el nuevo primer ministro es ejemplo de una de las pocas figuras de las que se puede ‘rascar’ un gobierno: políticos veteranos, con poco o nada que perder, y cierta ambición de mantener su antiguo prestigio.
«Alguien que se haya salido de algún partido, que se haya volcado hacia la derecha… Pero esa gente es de un conservadurismo cultural. Me llamaría la atención que no les preocupe la afectación a la economía, ya que seguro la afectación a la democracia les importará menos», así hizo Zavaleta un retrato robot de quién podría ocupar espacios en el Gobierno.
Con una salvedad, pues «el gobierno de Merino será imprudente en el gasto público» y eso no casa con perfiles similares a los de Flores.
LA LOGIA ULTRACONSERVADORA TRAS FLORES-ARÁOZ
Recurrir a esa ‘cantera’ de ministros, que en Perú se relaciona al grupo denominado Coordinadora Republicana, que reúne a veteranos políticos ultraconservadores, y del que el premier forma parte, sería una opción.
«Me hace recordar al primer gabinete de Michel Temer en Brasil, tras la destitución de Rousseff (Dilma), que fueron todos hombres blancos mayores…Me parece que es una cantera similar a Merino, porque no tiene otra cosa», dijo Zavaleta.
Así, busque donde busque, la ‘ancha base’ brillará por su ausencia.
Y eso acrecienta el peligro de que la indignación ciudadana ante lo sucedido crezca aún más e incluso llegue a desbordarse, un temor cada vez más creciente.
«Para el país la primera consecuencia está clara. Tienen políticos sin experiencia de gobierno, sin plan ni propuesta. El discurso de asunción fue hueco, y seguro vamos a ver mucha ineficiencia en el ejercicio del poder, que no tiene capacidad para convocar cuadros… Nos vamos a acostumbrar a un gobierno no funcional, y eso es complicado», se lamentó Zavaleta.
«No han medido y no tienen salida», coincidió Escobar.
Eso sin contar con el riesgo de ‘la irresponsabilidad fiscal’ y la consecuencia de que todos los grupos que se aliaron contra Vizcarra ahora entren en guerra entre ellos, pues no se podrá dar a cada uno lo que quiere.
«Y si las movilizaciones se mantienen, la situación será mucho más seria, pues tampoco quedan muchas salidas institucionales», concluyó. EFE
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