El consumo de bebidas alcohólicas está ligado a la historia de la humanidad como la sustancia más común usada y abusada por el hombre, también mencionada en la Biblia no solo en celebraciones parroquianas, sino también en la liturgia cristiana.
Actualmente en medio de una pandemia por el coronavirus y con casi un millón de muertos, en donde las cifras del consumo y venta de alcohol para los hogares se elevó en todo el mundo, especialmente en Japón, donde aumentaron un 34.6% y 45.9% durante el segundo y tercer trimestre del 2020, es importante mencionar que desde hace mucho tiempo los científicos han evaluado el consumo excesivo de alcohol y los efectos adversos para la salud relacionados con el sistema inmunológico, tales como la neumonía, enfermedad hepática alcohólica, cáncer, sepsis, cicatrización deficiente de heridas, así como una recuperación más lenta de infecciones y traumas físicos, entre otros. Un mejor entendimiento de los mecanismos a través de los cuales el alcohol actúa sobre el sistema inmunológico nos puede ayudar a prevenir los efectos negativos para la salud del exceso de alcohol.
DEFENSA DEL HUÉSPED
El uso crónico de alcohol está asociado a una alteración de la frecuencia, supervivencia y función de todas las células envueltas en la inmunidad innata (neutrófilos, monocitos/macrófagos, células asesinas naturales NK, el sistema de complemento, células dendríticas – interferones: Tipo I, II, III; citoquinas: interleuquinas IL-1, IL-6, factor de necrosis tumoral TNF alfa–) y la inmunidad adaptativa (células T CD4, CD8, células Th1, Th2, Th 17, células Treg o T supresoras, células B, células NKT) que debilitan significativamente las defensas del huésped, aunque el efecto de inmunosupresión solo es evidente cuando existe un ataque secundario al organismo, como una infección viral, bacteriana o trauma físico.
Esta alteración del sistema inmune debido al alcohol, predispone al desarrollo de cáncer, perjudica la respuesta anti-inflamatoria de las citoquinas, predispone una respuesta inmune pro-inflamatoria, interfiere con la normal respuesta inmune adaptativa tanto humorales como la mediada por células, y así finalmente todos estos efectos aumentan la susceptibilidad de los alcohólicos crónicos a las infecciones virales, infecciones bacterianas, a la inflamación estéril, contribuyen al daño tisular en una variedad de órganos, acelera en forma severa la progresión de enfermedades.
Además, la desregulación de las respuestas inmunes normales puede contribuir a condiciones médicas, como enfermedad hepática alcohólica, pancreatitis, gastritis, inflamación gastrointestinal, alteración de la permeabilidad intestinal, neumonía, síndrome de dificultad respiratoria aguda, atrofia y disfunción muscular, neuro-inflamación en el cerebro, cáncer de cabeza y cuello, cáncer de mama, cáncer hepatocelular, cáncer de páncreas.
INFECCIONES VIRALES
La principal evidencia de que el consumo crónico de alcohol produce un aumento de la susceptibilidad a la infección proviene de las investigaciones de infecciones virales humanas, como el virus de hepatitis B (VHB), el virus de hepatitis C (VHC), el virus de inmunodeficiencia humano (VIH) y las infecciones virales pulmonares.
a) Hepatitis viral B, existen 2 billones de personas que han sido infectadas, y más de 370 millones de personas que viven con una infección crónica por VHB en el mundo, una condición que afecta al hígado y que cada año mata a un millón de personas a pesar que existen vacunas como medida de prevención. Este tipo de infección VHB asociado al consumo de alcohol es la principal causa de cirrosis en los países en vías de desarrollo. Investigaciones han demostrado que el uso crónico de alcohol en personas obesas acelera la progresión de la enfermedad hepática causada por una infección crónica de VHB hacia una esteatosis hepática o hígado graso (80%), fibrosis / cirrosis hepática (15%), hepatitis alcohólica (40%) y cáncer hepatocelular (2%).
b) Hepatitis viral C, más de 175 millones de personas viven con una infección crónica por VHC en el mundo, y asociada al consumo de alcohol es la principal causa de cirrosis en países desarrollados. Se ha demostrado que el consumo crónico de alcohol aumenta la replicación de VHC en las células hepáticas, además de convertirse en un factor de riesgo para el desarrollo de enfermedad hepática avanzada, cirrosis (25%) y cáncer ( ).
c) VIH / SIDA, de los 40 millones de personas infectadas con VIH en el mundo, 4 millones están coinfectadas con hepatitis VHB y 5 millones con hepatitis VHC. Los efectos inmunosupresivos por la infección de VIH, y el consumo crónico de alcohol en pacientes con hepatitis VHC son un factor de riesgo importante asociados a cirrosis.
Igualmente, la infección VIH ve exacerbada su influencia en el sistema inmune debido al consumo de alcohol, además, ambas tienen independientemente influencia sobre el sistema inmune con una acción aditiva, afectando la progresión de la enfermedad y su transmisión ( ).
d) Infecciones pulmonares, el síndrome de dificultad respiratoria aguda (SDRA) es una insuficiencia respiratoria grave debida a edema pulmonar causado por un aumento de la permeabilidad de la barrera alvéolo-capilar, ya sea por neumonía, sepsis, trauma o aspiración, que afecta entre 13-23 personas por 100 mil habitantes cada año, donde la mitad de estos pacientes tienen una historia de consumo crónico de alcohol ( ).
Actualmente con el Covid-19 el número de pacientes con SDRA se ha incrementado mundialmente, aumentándose asimismo el riesgo para los consumidores crónicos de alcohol de un mayor tiempo en UCI, así como una mayor duración del uso de ventiladores mecánicos, con una mayor mortalidad.
METABOLISMO
El metabolismo del alcohol es un proceso complejo que implica absorción, distribución, metabolismo y eliminación. El 90% de alcohol es metabolizado por el hígado, y se convierte en acetaldehído por acción de las enzimas alcohol deshidrogenasa (ADH), citocromo P450 (CYP2E1) y catalasa. Luego, el acetaldehído se convierte en acetato y agua por la enzima aldehído deshidrogenasa (ALDH). El alcohol también es metabolizado en tejidos no hepáticos que no contienen ADH, como el cerebro, las enzimas citocromo P450 y catalasa. En general, el metabolismo del alcohol se logra mediante vías oxidativas, que agregan oxígeno o eliminan hidrógeno (a través de vías que involucran ADH, citocromo P450 y enzima catalasa) y vías no oxidativas.
Los efectos del alcohol van a depender de la concentración de alcohol en sangre a lo largo del tiempo. Cuando la ingesta de alcohol es excesiva, el hígado no puede metabolizarlo inmediatamente y queda circulando en sangre, llegando rápidamente al cerebro y produciendo los síntomas de intoxicación etílica.
En gran mayoría, las personas con ascendencia de Asia oriental (Japón, China y Corea) experimentan enrojecimiento facial cuando beben licores. Esto se debe a que las poblaciones asiáticas tienen una deficiencia hereditaria de una de las enzimas hepáticas necesarias para metabolizar el alcohol: Aldehído deshidrogenasa (ALDH). En su lugar, los asiáticos poseen una isoenzima, la ALDH2, que está presente en una forma inactiva entre los japoneses. Esto explicaría en parte el por qué la saturación y manifestaciones de alcoholemia son más rápidas en los asiáticos y sus descendientes.
TOLERANCIA AL ALCOHOL
La tolerancia alcohólica varía en cada persona y depende de su concentración en sangre y que tan rápido el alcohol es absorbido, distribuido, metabolizado y excretado, pero está influenciada básicamente por la rapidez con que el alcohol es eliminado del estómago y el tiempo del metabolismo durante este primer pasaje a través del estómago y el hígado. Además existen factores genéticos, factores étnicos, como contextura, edad, sexo, y factores ambientales, como la adaptación previa, concentración, tipo y cantidad de alcohol ingerido, y la presencia o no de alimentos en el estómago al momento de consumir licor, además del consumo crónico de alcohol.
La dosis máxima de alcohol recomendada por día varia en cada país, pero en promedio todos coinciden en unos 10gr., que equivalen a 30 ml de alcohol destilado, 330 ml de cerveza o un vaso de vino de 100 ml. serian niveles aceptables. Las mujeres gestantes y con lactancia materna deben evitar el consumo de alcohol.
EFECTOS NOCIVOS
El consumo crónico de alcohol va a incrementar el riesgo de desarrollar daño tisular, debido a la formación de compuestos nocivos, la formación de moléculas altamente reactivas que contienen oxígeno (especies reactivas de oxígeno ROS), daño al desarrollo fetal, malformaciones, síndrome fetal-alcohólico, deterioro de otros procesos metabólicos, cáncer e interacciones medicamentosas.
Además produce alcoholismo, hepatitis, cirrosis hepática, pancreatitis, síndrome de malabsorción intestinal, gastritis crónica, anemia, gota, diabetes tipo 2, infecciones; alteraciones neurológicas: pérdida de memoria, cambios en la visión, pobre desarrollo cerebral, síndrome Wernicke-Korsakoff, ataxia o pérdida del equilibrio y coordinación; alteraciones psiquiátricas: alcohol-dependencia, ansiedad, pánico, alucinaciones, irritabilidad, depresión, psicosis, insomnio, anti-sociabilidad, esquizofrenia, suicidio, amnesia. El consumo crónico de alcohol también incrementa el riesgo a desarrollar diferentes tipos de cáncer, entre ellos: cáncer de hígado, páncreas, colon, rectal, estómago, mamas, ovarios, boca, tráquea, esófago, pulmón.
En el sistema cardiovascular, el alcoholismo causa una inflamación crónica del endotelio de los vasos sanguíneos que afecta seriamente a los pacientes con enfermedades crónicas como diabetes, hipertensión arterial, enfermedades del colágeno, asma y enfermedades pulmonares restrictivas crónicas. Además, causa un aumento del riesgo de insuficiencia cardiaca y cardiomiopatía por hipertrofia del músculo cardiaco que lleva a una arritmia cardiaca, enfermedad coronaria, hipertensión y accidente cerebrovascular isquémico.
Investigaciones han catalogado el consumo excesivo de alcohol para los hombres en 5 vasos de alcohol por día, ó 15 por semana, y en las mujeres 4 por día, u 8 por semana (), cantidades que aumentan el riesgo de las enfermedades mencionadas anteriormente, y principalmente pero no únicamente la hipertensión, cardiomiopatía, y apoplejía.
Que sus celebraciones donde exista un brindis le traigan buenas memorias, y no enfermedades crónicas irreversibles. Beba con moderación, el Covid-19 aún no acaba.
El Covid-19 ya lleva un total de 35.075.423 infectados, con 1.036.095 muertes en 214 países y territorios del mundo según datos del Centro de Sistemas, Ciencia e Ingeniería de la Universidad John Hopkins.
(*) Dr. Raúl Ortega, Ph.D Medicina Reproductiva radicado en Japón. Es columnista de International Press desde 1994. Escríbale al e-mail: inkamed@yahoo.com
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