Tras desarrollarse en Israel una serie de anticuerpos que neutralizan el coronavirus, según anunció el Ministerio de Defensa, empresas del país continúan investigando posibles tratamientos contra la COVID-19, incluyendo uno con plasma y una terapia celular basada en placenta.
Aunque Israel no es uno de los países más golpeados por la pandemia (254 muertos y cerca de 16.500 contagiados con alrededor de nueve millones de habitantes), se han puesto en marcha múltiples iniciativas desde hace meses en la búsqueda de soluciones para detener la propagación del virus.
Los numerosos rumores de que científicos israelíes habían logrado ya desarrollar una vacuna efectiva no son ciertos, pero varias empresas de ese país, en colaboración con equipos médicos y especialistas, sí han obtenido resultados alentadores en pruebas y experimentos de productos destinados no a inmunizar, sino a tratar a pacientes infectados.
Una de ellas es Pluristem, una compañía de medicina regenerativa que se encuentra en una fase avanzada de pruebas de un producto de terapia celular basado en placenta que podría «reducir la incidencia y la severidad de neumonías o neumonitis por COVID-19», según explica la empresa.
En una primera etapa de pruebas, el producto de Pluristem, creado mediante una tecnología específica de su propiedad, trató con resultados satisfactorios a siete pacientes de alto riesgo, internados en unidades de cuidados intensivos en Israel, con respiradores y fallos respiratorios graves.
En los últimos días, la empresa fue autorizada a comenzar su segunda fase de pruebas, en la que tratará a 140 pacientes intubados y en estado grave con inyecciones del producto celular que desarrollaron.
Otra de las compañías que ha puesto su tecnología al servicio del tratamiento de pacientes graves es Kamada, que describe su producto contra el coronavirus como una «vacuna pasiva» en base a plasma extraído de pacientes que se recuperaron de la enfermedad.
El plasma, componente sanguíneo que obtienen de donaciones de pacientes, contaría con anticuerpos generados durante la enfermedad que, tras un proceso de purificación con una tecnología propia de la empresa, podría aplicarse al tratamiento de enfermos graves.
«Este concepto ha mostrado en el pasado ser efectivo en el tratamiento de enfermedades infecciosas graves», explica Amir London, CEO de Kamada, quien agrega que al descubrirse la magnitud de la crisis global causada por el coronavirus, su empresa puso su tecnología, especializada en productos basados en plasma, al servicio de la lucha contra la pandemia.
Ninguna de estas dos empresas, sin embargo, ha finalizado aún la pruebas necesarias para comercializar sus productos, que, aunque prometedores, no ofrecen aún soluciones definitivas. EFE
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