En julio de 2004, Mika Nishiyama, una auxiliar de enfermería en un hospital de la prefectura de Shiga, fue arrestada por la muerte de un paciente de 72 años.
La mujer fue acusada de asesinar al anciano quitándole el tubo respirador en mayo de 2003. Nishiyama fue llevada a juicio y hallada culpable.
La mujer cumplió 12 años de prisión. Este año, el Tribunal Supremo de Japón ordenó un nuevo juicio. Sin embargo, la fiscalía desestimó la acusación y ya no habrá proceso. Nishiyama está libre de culpa.
Mainichi Shimbun reveló que la mujer fue presionada y obligada por la policía de Shiga a inculparse a través de una declaración escrita.
Tres días antes de que comenzara su juicio en septiembre de 2004, un policía la forzó a escribir la declaración en una sala de detención de la prisión de Shiga.
En el documento de una página, Nishiyama escribió que al principio había pensado en declararse inocente para causar una “buena impresión” entre sus abogados y rehuir su responsabilidad.
Más adelante: «Como he confesado (el asesinato) a la policía y los fiscales, diré la verdad y pasaré el resto de mi vida expiando mi crimen”.
La auxiliar de enfermería fue obligada a escribir que incluso si durante el juicio negara su culpabilidad, “esa no sería mi verdadera intención».
La defensa legal de Nishiyama tenía previsto llamar al policía que la interrogó y otros implicados en el nuevo juicio y exigir la divulgación de evidencia para determinar cómo se fabricó la acusación contra su clienta.
Ante la decisión de los fiscales de abandonar el caso, ya no se convocará a los policías como testigos. Sin embargo, los abogados solicitarán que se haga pública la evidencia para arrojar luz sobre los hechos.
Nishiyama declaró a los medios que hubiera querido encarar en el juicio al policía que la forzó a inculparse.
La policía de Shiga se ha negado a pronunciarse sobre el caso. (International Press)
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