Un nuevo caso de muerte por abuso infantil conmociona a la sociedad japonesa. Y como en trágicos casos anteriores, hubo antecedentes de maltratos y violencia que si se hubieran atendido a tiempo probablemente la víctima estaría hoy viva.
Riara Otsuka, una niña de 4 años, murió el 28 de agosto en un hospital de la ciudad de Izumi, prefectura de Kagoshima, a la que fue llevada por el novio de su madre, un hombre de 21 años llamado Shun Hiwatashi, quien dijo que la había encontrado inconsciente en el baño.
El hombre, sin embargo, fue arrestado por golpear a la niña un día antes de su muerte. El sujeto es trabajador de construcción y vivía con la niña y la madre de esta.
Hasta julio, los tres vivieron en la ciudad de Satsumasendai, en la misma prefectura.
La niña, revela la NHK, era vista a menudo caminando sola en penosas condiciones. A veces, descalza bajo la lluvia o sin ropa interior.
Al verla deambulando sola por la noche, en cuatro ocasiones, entre marzo y abril, la niña fue tomada bajo cuidado por funcionarios de la ciudad que se la devolvieron a la madre, a quien instaron a que cuidara a la niña.
En marzo, un centro de bienestar infantil fue informado de que en internet había un video en el que aparecía la niña siendo golpeada. Un trabajador del centro y un policía visitaron la casa de la niña, pero -según ellos- no había evidencia de que fuera blanco de violencia física.
Los vecinos recuerdan haber escuchado durante varias noches el llanto de la niña procedente del apato donde los tres vivían.
Cuando los tres se mudaron a Izumi en julio, los funcionarios de esta ciudad fueron notificados por los de Satsumasendai sobre la situación de la niña, pero en Izumi no hicieron nada.
Ese mismo mes, su madre la llevó a un hospital porque -según la mujer- su hija se había golpeado la cabeza mientras jugaba y había vomitado.
En agosto, funcionarios de Izumi notaron que el cuerpo de la niña tenía moretones. Sin embargo, no avisaron a la policía, según Kyodo.
La niña murió ahogada en la bañera, de acuerdo con una autopsia. Su cuerpo tenía numerosas huellas de golpes.
El novio de la madre admitió haberla golpeado -usando el puño- en la cabeza un día antes de que falleciera.
Por desgracia, las autoridades en Japón volvieron a pecar de negligencia. Y una niña lo pagó con su vida. (International Press)
Be the first to comment