Hace un año, el 1 de julio de 2018, Japón lanzó un nuevo programa de visado para abrir las puertas del país a los yonsei.
El gobierno nipón estimó que el programa tendría alrededor de 4.000 usuarios por año. Sin embargo, hasta el 17 de junio de 2019 solo 43 yonsei habían obtenido el certificado de elegibilidad requerido para solicitar la visa, revela Mainichi Shimbun.
El bajísimo número no se debe a una falta de interés de los nikkei de cuarta generación, sino a los requisitos que impone el programa y que no rige, por ejemplo, para los sansei. Estos pueden obtener una visa sin necesidad de hablar o entender el idioma japonés; los yonsei, no.
«La tercera generación no tiene que hablar el idioma; hay injusticia entre las generaciones», dice Jaqueline Oliveira, una yonsei brasileña de 23 años que vive en Sao Paulo, la ciudad con la mayor población nikkei del mundo.
Para recibir el visado, los yonsei deben alcanzar al menos el nivel N4 de la Prueba de Aptitud de Idioma Japonés.
Jaqueline asiste a una escuela de idiomas tres días a la semana y espera aprobar el examen de japonés a fin de año.
La joven brasileña vivió en la prefectura de Mie hasta los 5 años con su padre dekasegi. Jacqueline volvió a Brasil y olvidó la mayor parte del idioma que había aprendido.
«Memorizar kanjis es muy difícil”, dice la yonsei, que pide que se aligere la exigencia de dominio del idioma japonés.
Sin embargo, está entusiasmada por la posibilidad de vivir nuevamente en Japón. «Me encanta la cultura japonesa. Siempre pensé que quería volver. Mi sueño es trabajar en la industria de la moda allá».
El caso de Marjorie Kamura, una yonsei de 23 años, es distinto. Ella habla con fluidez el japonés y supera sin problemas el nivel mínimo requerido de aptitud del idioma.
Sin embargo, la Oficina de Inmigración de Tokio rechazó su solicitud de certificado de elegibilidad, presentado a través de su padre, que vive en Japón.
Aparentemente, la oficina de inmigración estaba preocupada por su falta de empleo estable en Brasil, así como por el apoyo que su padre podría proporcionarle para vivir. En inmigración pusieron en duda que Marjorie pudiera encontrar un trabajo que le permitiera mantenerse en Japón.
Japón es un país que envejece aceleradamente y necesita con urgencia trabajadores jóvenes. Sin embargo, rechaza a una joven que no solo habla japonés, sino que además pasó 10 años de su infancia en Japón, lo que significa que creció con la cultura japonesa incorporada a su vida cotidiana.
Más adelante, Marjorie estuvo dos años en Japón con visa de estudiante. Estudió en una escuela de idioma japonés e hizo arubaito en una tienda de conveniencia.
«No entiendo por qué me lo negaron (el certificado de elegibilidad) si he hecho arubaito allá antes», dice.
Sin embargo, no se ha dado por vencida y en 2020 volverá a solicitar el certificado. Su meta es convertirse en intérprete de japonés y portugués y vivir cerca de su padre y su hermana menor en Japón.
Hay otros requisitos que también son percibidos como obstáculos que disuaden a potenciales candidatos.
En declaraciones que recoge Mainichi, Yasuo Yamada, presidente de una organización de brasileños nikkei, dice que el hecho de que los yonsei deban tener 30 años como máximo y que no les permita ir acompañados por sus familias causa que muchos renuncien a solicitar la visa.
Se estima que hay más de 150.000 yonsei de 30 años o más.
Yamada desea que el gobierno de Japón revise las condiciones que exige a los yonsei. «Un programa que no se usa es un fracaso”, advierte. (International Press)
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