El presidente de EEUU, Donald Trump, inició esta tarde una visita oficial a Japón para reunirse con el nuevo emperador, Naruhito, y analizar con las autoridades niponas temas candentes de la agenda internacional, como el estancamiento de las negociaciones con Corea del Norte y las nuevas tensiones entre Washington y Teherán.
El avión de Trump aterrizó en el aeropuerto de Haneda a las 16:58 hora local. Allí fue recibido por el ministro japonés de Asuntos Exteriores, Taro Kono, entre otras personalidades, y salió de la terminal aérea tras saludar desde lejos a las cámaras.
El principal motivo de su visita es la audiencia que tendrá este lunes con el nuevo emperador nipón, Naruhito, que llegó al trono el pasado 1 de mayo tras la abdicación de su padre, Akihito. Trump será el primer gobernante extranjero que se reúne con el nuevo emperador.
Pero el viaje también servirá para repasar con el primer ministro japonés, Shinzo Abe, una serie de prioridades de la agenda regional y global, desde los esfuerzos para desnuclearizar la península coreana hasta las nuevas tensiones entre Washington y Teherán.
Japón, una de las naciones más expuestas a las pruebas nucleares y balísticas que viene realizando el régimen de Pionyang desde 2006, está apoyando los esfuerzos de Trump para convencer al dictador Kim Jong-un de que cese ese programa bélico.
El momento, sin embargo, es delicado tras el fracaso de la última cumbre entre Trump y Kim, en Hanói, a finales de febrero pasado, y la reanudación de las pruebas balísticas de Corea del Norte a comienzos de mayo.
Horas antes de que aterrizara el avión de Trump en Tokio, su asesor de seguridad nacional, John Bolton, fue el primer alto funcionario de la Casa Blanca que reconoció que esos lanzamientos de misiles, el 4 y 9 de mayo, violan las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU.
Cuando Corea del Norte hizo esos lanzamientos, Washington intentó echar paños fríos al tema, asegurando que eran pruebas con misiles de corto alcance, mientras que Trump aseguraba que eso no significaba que hubiera perdido la confianza en Kim.
Se prevé que en las conversaciones que mantenga Trump con Abe desde este domingo surja la disposición del primer ministro japonés de reunirse con Kim «sin condiciones previas», una oferta que lanzó a comienzos de este mes sin que haya tenido respuesta precisa de Pionyang.
Bolton acogió favorablemente esa iniciativa ya que piensa que puede contribuir al objetivo final de la completa desnuclearización de la península coreana.
Pero también estará sobre la mesa el incremento de las tensiones entre Washington y Teherán, un tema en el que el Gobierno de Tokio puede hacer gestiones para limar asperezas entre dos gobiernos que no dejan de cruzarse comentarios hostiles.
La cadena pública de televisión NHK y otros medios nipones se han hecho eco en las últimas horas de la intención de Abe de viajar a Teherán a mediados de junio, en la primera visita a Irán de un jefe de Gobierno japonés desde 1978.
Ese tema puede haber surgido durante la visita que hizo a Tokio a mediados de mayo el ministro iraní de Asuntos Exteriores, Mohamad Yavad Zarif, poco después de que Irán anunciara su decisión de reducir los compromisos del acuerdo nuclear cerrado en 2015.
Las versiones publicadas por la prensa local apuntan a la posibilidad de que Abe consulte con Trump acerca de ese viaje a Irán, y después de hablar con él sobre el tema adopte una decisión final.
La visita de Trump comenzará el domingo con una serie de contactos con Abe en un ambiente relajado, como anticipo de las conversaciones formales del lunes.
Trump y Abe jugarán al golf primero, en un campo al sureste de Tokio, y después asistirán a la final del torneo de mayo de sumo, donde el presidente entregará al ganador una copa.
Al igual que las otras actividades programadas, el combate de sumo ha representado desafíos especiales por las medidas de seguridad impuestas a quienes quieran compartir el espectáculo con Trump.
No solo habrá detectores de metal a la entrada de la arena de Ryogoku Kokugikan sino que los aficionados tendrán que dar sus datos personales a la entrada y no podrán llevar botellas a los lugares donde se sientan, en unas almohadillas situadas en el suelo.
Está por ver si, como es tradición, al final del torneo los espectadores podrán lanzar las almohadillas al círculo de arena o «dohyo», donde se enfrentan los luchadores.
Trump no podrá hacerlo porque el protocolo ha preferido reemplazar los asientos de cojines por sillas en las gradas para que se siente junto a Abe. EFE
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