La dificultad para lidiar con el idioma japonés no es exclusivo de los niños y adolescentes extranjeros que residen en Japón. Un japonés también puede sufrirlo.
Es el caso de una adolescente japonesa que enfrenta serios problemas para llevar una vida escolar normal en Japón debido a su insuficiente dominio del nihongo.
Mainichi Shimbun cuenta su historia.
La chica nació en la prefectura de Yamaguchi de madre japonesa y padre surcoreano. Por el trabajo de su papá, la familia ha vivido en Estados Unidos, Europa y América del Sur. En abril de 2015, regresó a Japón después de seis años en Brasil. La niña fue matriculada en cuarto grado de primaria en Yamaguchi. Si bien no tenía problemas para la comunicación cotidiana en japonés, no podía leer ni escribir.
Cuando estaba en quinto grado, había siete estudiantes extranjeros donde ella residía que también requerían clases especiales de japonés. Un profesor les enseñaba nihongo dos veces por semana. Pero cuando estaba en sexto grado, las clases especiales fueron canceladas por el municipio local después de que varios estudiantes extranjeros se fueron de Japón.
Ahí comenzaron los problemas.
En julio de 2018, tres meses después de que comenzaron sus clases en primer año de secundaria, sus profesores y sus padres se dieron cuenta de que algo andaba mal con ella.
Durante las pruebas, se quedaba dormida en su pupitre. Solo rindió bien en inglés.
Las cosas empeoraron en septiembre, cuando la chica dejó de asistir a clases debido al estrés causado por no entender japonés. La cancelación de las clases especiales de nihongo la había afectado sobremanera.
Sin embargo, la chica no hablaba de sus problemas pese a que su mamá le preguntaba por qué ya no quería asistir al colegio. Poco a poco, la adolescente fue abriéndose: dijo que perder las clases especiales de japonés le había hecho sentir que no podía decir “no entiendo”, y que cuando los maestros le pedían que hiciera cosas, ella no entendía lo que le decían.
Como la chica podía mantener una conversación ordinaria en japonés, sus padres y sus profesores creían que ella entendía bien el idioma. El problema, sin embargo, era que en clases se usaba un vocabulario especializado que requería un nivel superior de escritura y palabras difíciles, inalcanzables para ella.
Sus padres tomaron nota de la real situación de su hija y a principios de este año la trasladaron a otra escuela que tiene instalaciones para la enseñanza de idiomas. Aún tiene problemas con el idioma. El camino que le resta por recorrer es largo.
Su caso refleja la difícil situación de muchos niños en Japón que no cuentan con apoyo suficiente para aprender japonés. (International Press)
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