Hablar salva vidas en Japón: suicidios caen casi un 40 %

Aokigahara, bosque donde muchos japoneses se suicidan.

Hablar puede liberar, ser un exorcismo, ayudar a expulsar los demonios internos que te atormentan. Hablar puede salvar tu vida.

Los suicidios en Japón se han reducido en cerca de un 40 % desde que alcanzaron su pico en 2003. Expertos y voluntarios que trabajan para salvar vidas sostienen que permitir que las personas expresen sus sentimientos más íntimos ha contribuido a la gran caída de los suicidios.


El escritor y activista Akita Suei lo ha vivido en carne propia. En declaraciones a Reuters, Akita recuerda que el no poder hablar sobre sus sentimientos lo oprimía. Cuando finalmente fue capaz de hablar, de volcar hacia afuera todo aquello que lo sofocaba, comenzó a sentirse mejor, más ligero. La madre de Akita se suicidó cuando él era un niño.

Befrienders Worldwide Tokyo (www.befrienders.org) es una organización que tiene una línea telefónica que funciona todos los días de 8 p. m. a 5:30 a. m. Aproximadamente 40 voluntarios trabajan de cuatro en cuatro en turnos de tres horas.

Rara vez los teléfonos dejan de sonar. Cuando están en silencio durante unos minutos, los voluntarios comienzan a preocuparse. ¿No estarán dañados los teléfonos?, se preguntan. Quien cuenta esto es Machiko Nakayama, directora de la organización. La mujer lleva 20 años como voluntaria.


La mayoría de las personas que llaman están en la treintena y la cuarentena. El 56 % de quienes llamaron en 2018 fueron mujeres.

No es fácil hacer que la gente hable. Yoshie Otsuhata, subdirectora de la línea de ayuda, dice: «La sociedad (japonesa) todavía tiene aspectos muy cerrados. Es muy difícil hablar de cosas personales, especialmente para los hombres».

Como Befrienders hay varias organizaciones que operan líneas directas en Japón para ayudar a personas con pensamientos suicidas y que se anuncian, por ejemplo, en la enorme red del metro de Tokio, donde muchos intentan quitarse la vida.


En la prefectura de Akita, que durante décadas tuvo la tasa más alta de suicidios en Japón, también destacan la importancia de hablar.

Además de líneas telefónicas de ayuda, Akita tiene una red de «oyentes» capacitados que se contactan con ancianos solitarios.


Una de las personas que se han beneficiado de la intervención de los oyentes es Sumiko, una mujer de 73 años que está postrada en cama desde que sufrió una caída.

La anciana le cuenta a Reuters que antes pensaba que la vida no tenía sentido, hasta que una «oyente» llamada Ume Ito comenzó a visitarla hace dos años.

Gracias a Ito, la salud de la anciana está mejorando. Su presencia le ha dado un nuevo objetivo en la vida. «Quiero hacerme más fuerte lo más rápido posible y convertirme en una ‘oyente’. Si pudiera ayudar incluso a una o dos personas, sería maravilloso», dice.

Ito revela que la mayoría de la gente a la que visita le dice al principio que quiere morir. Sin embargo, después de semanas y meses, su ánimo mejora. «Nuestro trabajo es darles suficiente espacio en sus corazones para pensar», dice. (International Press)


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