Sagami Koyokan es un koko situado en la ciudad de Zama, prefectura de Kanagawa. No es como los demás. Tiene un sistema único de examen de ingreso, ofrece clases de japonés de varios niveles y cuenta con un coordinador para ayudar a los estudiantes extranjeros o de raíces extranjeras a comprender mejor las clases en japonés.
Por lo general, sus estudiantes se gradúan después de cuatro años, no de tres. Muchos de ellos hacen arubaito. El 20 % de sus más de mil alumnos son extranjeros o tienen ascendencia extranjera. Provienen de países como Perú, Brasil, China, Filipinas, Vietnam, Nepal, Sri Lanka, etc.
Esta escuela, abierta en 2010, despliega esfuerzos valiosos para ayudar a los jóvenes extranjeros a insertarse en la sociedad japonesa y prepararlos para que sean independientes, destaca Kyodo.
El koko no solo ayuda a los extranjeros, sino tambén a los estudiantes japoneses que han tenido problemas en anteriores escuelas. Ofrece cursos de medio día por la mañana o por la tarde y entre los dos períodos, algunos estudiantes asisten a clases especiales de japonés mientras que otros participan en actividades extracurriculares.
Adhil, joven de 19 años de Sri Lanka, dice que le resulta más sencillo participar haciendo preguntas sobre nihongo en la clase especial de japonés que ofrece la escuela, porque tiene menos alumnos. “Me siento nervioso en un aula grande», explica.
Su compañero de clase, Manalo Dominic Piedad (18 años, Filipinas) cuenta que ha mejorado su nivel de japonés en la escuela, donde ha hecho muchos amigos de varios países. El adolescente ha superado el nivel N3 de la prueba de aptitud de idioma japonés.
Huynh Thi Ai Nhi, una vietnamita de 18 años, habla japonés con fluidez, pero admite que tiene problemas con el kanji, así como con los términos técnicos y las expresiones honoríficas que se usan en su trabajo de tiempo parcial.
La escuela cuenta con una coordinadora de educación multicultural que se llama Mariko Saya. La mujer trabaja como puente entre estudiantes extranjeros o de raíces extranjeras y profesores.
Su labor es muy importante porque hay profesores que antes de enseñar en Sagami Koyokan no tenían ninguna experiencia con estudiantes extranjeros.
Saya organiza conferencias sobre diversos temas -como la cultura musulmana- e invita a exestudiantes extranjeros del koko para ayudar a los maestros a entender cómo son los alumnos no japoneses.
Hay estudiantes extranjeros a quienes la escuela no vuelve a ver. Algunos regresan a sus países sin avisar. Otros son forzados por sus familias a dejar los estudios para que trabajen o cuiden a sus hermanos menores.
El koko se preocupa por incentivarlos a estudiar. «La mayoría de los estudiantes extranjeros no eligieron venir a Japón. Tratamos de motivarlos para que estudien y evitar que abandonen la escuela», dice la coordinadora.
El número de niños en todo el país que necesitan apoyo para aprender el idioma japonés subió 1,7 veces en una década a 43.947, según datos del Ministerio de Educación nipón correspondientes a 2016.
La cifra podría aumentar cuando entre en vigor, en abril, el nuevo sistema de visas para ampliar la fuerza laboral extranjera. A la luz de la situación, el Ministerio de Educación se está preparando a través del desarrollo de un programa modelo para capacitar a los profesores a cargo de educar a los estudiantes extranjeros.
Mientras tanto, el trabajo de escuelas como Sagami Koyokan es muy importante para facilitar la integración de los jóvenes extranjeros a la sociedad japonesa. (International Press)
Be the first to comment