El 3 de julio de 2018, Tsubasa Araya, un estudiante de 17 años, fue encontrado muerto en la habitación de su vivienda en la ciudad de Morioka, prefectura de Iwate.
El adolescente dejó una nota de suicidio y otros escritos en los que expresaba lo difícil que era para él jugar vóley en el equipo de su escuela.
Su padre, Satoshi Araya, se sorprendió al descubrir una realidad totalmente diferente de la que imaginaba. En declaraciones a Asahi Shimbun, dice que creía que su hijo disfrutaba de jugar vóley en su koko, donde estudiaba en tercer año.
La última vez que lo vio con vida fue en una cena familiar el 1 de julio (el hombre vive en otra ciudad por motivos de trabajo). El padre recuerda a su hijo contento, relatando cómo su equipo había derrotado varias veces a un equipo de adultos. Jamás habría podido imaginar que su hijo sufría.
El padre dice que su hijo era un “tesoro” y que aún le cuesta creer que está muerto.
El hombre ha decidido hacer público el caso para que la gente sepa lo que le ocurrió a su hijo.
En una de sus notas, el chico escribió que fue “severamente regañado por cometer un error. Me dijeron: ‘Eres inútil e innecesario».
En una carta encontrada en su escritorio, Tsubasa escribió a sus padres: «Lamento haber mordido la mano que me dio de comer».
Para los padres resulta claro que la violencia verbal del entrenador del equipo de vóley empujó al chico al suicidio.
La junta de educación de Iwate investigó el caso.
El entrenador le decía a Tsubasa «estúpido» y «tonto», que no tenía cerebro y que era el más alto del equipo, pero el peor jugador (el adolescente medía 1,97 m).
Como parte de sus pesquisas, la junta interrogó al coach del equipo, un hombre de 41 años.
El entrenador dijo que su intención había sido motivar al chico para que fuera mejor jugador considerando que ya era un estudiante de tercer año de koko, y que no solo regañaba a Tsubasa, sino también a otros estudiantes.
El hombre negó haberse sobrepasado con sus palabras.
Sin embargo, para el padre del chico es “obvio” que el coach “usó un lenguaje abusivo, que no puede ser perdonado».
El papá de la víctima teme que las autoridades educativas y la escuela acepten el comportamiento del agresor como parte de su trabajo de entrenar y dar instrucciones. En Japón hay quienes piensan que eso está permitido mientras no haya violencia física.
El profesor de ética deportiva en la Universidad de Waseda, Hidenori Tomozoe, está en contra de esa posición. «El abuso verbal es una violación de los derechos humanos de los estudiantes, que están completamente bajo el control de los maestros», declara a Asahi.
El tema no es nuevo en Japón. Hace varios años, el capitán del club de baloncesto de un koko en Osaka se suicidó después de recibir un castigo físico por parte de su entrenador.
El año pasado, el entrenador de un equipo femenino de baloncesto de un koko en Kobe fue reprendido por llamar repetidamente “cucarachas” a sus jugadoras. (International Press)
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