La ejecución en julio de 13 miembros de la secta AUM Shinrikyo, entre ellos su líder y fundador Shoko Asahara, no es el punto final de un aciago capítulo de la historia de Japón que se cobró la vida de 29 personas.
Hoy, existen tres organizaciones sucesoras de AUM con un total de 1.650 seguidores, revela la agencia Kyodo.
Estos grupos tienen sedes y los ciudadanos que viven cerca de ellas temen que las autoridades y la sociedad bajen la guardia.
Yoichi Saito es un hombre de 74 años que ha liderado movimientos contra una de las organizaciones, Aleph, en el barrio de Adachi, Tokio. A Saito le inquieta la posibilidad de que la agencia de seguridad pública y la policía dejen de vigilar a Aleph ahora que los integrantes de AUM están muertos. «Debemos seguir hablando alto», dice.
Uno de los locales más grandes de Aleph en la región de Kanto está situado en Adachi.
¿Aleph es AUM Shinrikyo con otro nombre? Así parece.
La Agencia de Inteligencia de Seguridad Pública sostiene que los miembros de Aleph se adhieren cada vez más a las “enseñanzas” de Asahara.
En sus instalaciones exhibe fotos de Asahara y adiestra a sus integrantes para hacerles creer que los crímenes de AUM fueron una «conspiración del gobierno». Además, se resisten ferozmente a las inspecciones in situ de la agencia de seguridad.
Y tienen mucho dinero. Aleph genera recursos realizando seminarios tres veces al año. Sus activos totales superaban los mil millones de yenes (9 millones de dólares) en el otoño pasado.
El grupo atrae gente a través de las redes sociales. Más de cien personas se suman a Aleph cada año. El número de miembros ha crecido sobre todo en la prefectura de Hokkaido y el grupo abrió una nueva base de operaciones en la ciudad de Sapporo en 2016.
Otro de los grupos sucesores se llama Hikari no Wa y está encabezado por el exmiembro de AUM, Fumihiro Joyu. Aunque este rompió con la secta, la agencia de seguridad sospecha que sigue bajo la influencia de las “enseñanzas” de Asahara.
Hikari no Wa tiene una sede en el barrio de Setagaya, Tokio. Kazuyuki Furuma, un residente de 66 años, exige que el grupo se vaya del vecindario. Furuma teme que los niños se conviertan en seguidores del grupo.
El hombre lucha contra el olvido, pues dice que en estos tiempos cada vez son más las personas que desconocen los crímenes de AUM. (International Press)
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