Tokio, fines de febrero. Una pareja de ancianos recibe una llamada de un hombre que afirma ser su hijo. «Un conocido acaba de enviarme muchas mandarinas. Les enviaré algunas», dice.
Al día siguiente, el mismo hombre llama. Está desesperado. Mejor dicho, finge estar desesperado.
«Usé los fondos de mi compañía para tratar de ganar mucho dinero en acciones…», dice. Necesita dinero con urgencia. La pareja retira seis millones de yenes (56.800 dólares) del banco y le entrega la suma a un “subordinado” que su falso hijo ha enviado a la casa de los ancianos para recoger el dinero.
¿Por qué el estafador llamó un día antes para ofrecer mandarinas? Para crear un clima de confianza, para que las víctimas bajen la guardia. El falso hijo llama para saber de sus “padres”, para mostrar interés por ellos y expresarlo a través del envío de frutas.
Con la guardia baja, es más fácil que muerdan el anzuelo al día siguiente cuando el hijo llama desesperado en busca de ayuda.
La policía de Tokio ha advertido al público de esta modalidad de estafa, informó Mainichi Shimbun.
El truco de las mandarinas es nuevo. Desde octubre del año pasado, la estación de policía de Kameari tiene registros de diez casos similares. Un oficial explicó que los delincuentes intentan disipar las sospechas de las potenciales víctimas iniciando comunicación con ellas a través de un tema sin ninguna relación con el dinero.
Esta singular modalidad de estafa muestra cómo los ladrones idean nuevas maneras de engañar a la gente. ¿Qué hacer? La policía de Tokio recomienda dejar que el servicio de contestador responda una vez cuando alguien llama. (International Press)
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