Fumiko Shimabukuro, la okinawense de 88 años que se niega a darse por vencida

 

Fumiko Shimabukuro no es una mujer que pasa sus días jugando con sus nietos o bisnietos. A sus 88 años, es una activa luchadora contra el traslado de la base militar estadounidense de Futenma de la ciudad de Ginowan al distrito de Henoko en Okinawa.


Hace unos días, Shimabukuro dio un discurso en Tokio para llevar la voz de los okinawenses a la capital japonesa y buscar apoyo, reveló Mainichi Shimbun.

Unas 500 personas escucharon a Shimabukuro en el edificio de la Cámara de Consejeros, situado frente al despacho del primer ministro de Japón, Shinzo Abe.

La mujer habló sobre la Segunda Guerra Mundial. Ella lo sufrió en carne propia.


Cuando las fuerzas estadounidenses llegaron a Okinawa en abril de 1945 y se desencadenó la batalla, Shimabukuro huyó con su madre y su hermano menor. Los tres deambulaban por la isla intentando mantenerse alejados del conflicto, pero ella sufrió quemaduras en la parte izquierda de su cuerpo por el lanzallamas de un soldado de Estados Unidos.

Los tres sobrevivieron a la guerra. Shimabukuro, sin embargo, fue testigo de primera mano del horror de la guerra, de los cuerpos destruidos por las bombas.

La mujer no pudo evitar derramar lágrimas mientras relataba sus experiencias de la guerra. La mujer recordó que tuvo que beber agua de un estanque donde había cadáveres flotando.


«Tener una instalación militar llevará a la guerra. Si quiere iniciar una guerra, quiero que primero beba agua con sangre de los cuerpos de las víctimas», dijo la mujer en alusión a Abe.

Cuando se conoció el plan para trasladar la base de Futenma de Ginowan a Henoko, donde ella echó raíces con su esposo, la mujer decidió unirse a las protestas. Y ahí sigue.


Pese a su avanzada edad, a la debilidad de sus piernas, ella participa en las sentadas frente a la entrada del Campamento Schwab, donde se están realizando obras de construcción para la nueva base.

Shimabukuro contó que cuando durante una protesta fue forzada a apartarse de la entrada y vio entrar a los vehículos de construcción, “estaba tan frustrada que quería llorar».

Sin embargo, eso no la amilana. “Me niego a rendirme”. (International Press)

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