Jesuitas en Taiwán, asesores de Scorsese en su última obra, «Silencio»

En 1587, la iglesia tuvo que pasar a la clandestinidad en Japón

Francisco Luis Pérez / EFE

La colaboración de jesuitas de distintos países que viven en Taiwán ha sido clave para realizar el sueño de Martin Scorsese de filmar «Silencio», en la mente del director estadounidense desde hace treinta años y ahora en las pantallas de medio mundo.


El inicio de la evangelización en Japón, con su estela de martirios, entre ellos los 26 crucificados el 5 de febrero del año 1597 en la ciudad japonesa de Nagasaki y muy especialmente la de los jesuitas en ese país, es el fondo de «Silencio», filmada en Taiwán.

La película recoge el drama interno de los jesuitas Sebastião Rodrigues (Andrew Garfield) y Francisco Garpe (Adam Driver) que van a Japón a «salvar» a su mentor, Cristóvão Ferreira (Liam Nesson), quien piensan ha apostatado, tras persecuciones y torturas.

Los jesuitas ofrecieron un apoyo clave para que «Silencio» sea una obra con un contexto histórico realista, con la consultoría técnica del español Alberto Núñez y la de otros miembros de la orden, como el estadounidense Jerry Martinson y el italiano Emilio Zanetti, del centro Kuangchi de Taipei.


Otro jesuita, el estadounidense James Martin, también sirvió como asesor de Scorsese, y la orden acogió al actor Andrew Garfield en unos ejercicios espirituales que le ayudaron a entrar en la piel de su personaje.

La colaboración de Núñez, profesor de Teología en la taiwanesa Universidad de Fujen, comenzó tras un infortunado accidente, en enero del 2015, cuando murió un empleado en el rodaje al caer de un andamio y el jesuita presidió un responso por el fallecido.

Más tarde su relación con el equipo de Scorsese se prolongó con un asesoramiento detallado de los ritos, objetos y ambiente retratados en el filme.


En una época de persecución y ante una cultura tan diferente como la japonesa, los jesuitas portugueses enfrentaron indecibles desafíos morales y físicos.

Lo más importante en esa época eran la supervivencia y la fe, por eso cuando Núñez ayudó a los actores a representar con fidelidad su papel sacerdotal y ritual, les dijo que lo esencial era la devoción y el espíritu.


«No eran épocas para lucimiento o cumplimiento exagerado de rituales», dijo a Efe el sacerdote chileno Miguel Ángel González, también profesor en Fujen.

Los actores, en especial Liam Neeson, dejaron una profunda impresión en Núñez, por su profesionalidad, cuidado de los detalles y preparación no sólo externa sino también espiritual para su papel.

Aprendieron con todo cuidado los movimientos y palabras de los rituales católicos y se imbuyeron del espíritu de los protagonistas de «Silencio».

La cruz que se utiliza en el filme es la de Nuñez, quien advirtió a los encargados del escenario sobre lo inapropiado de la que iban a utilizar, demasiado moderna y fuera de contexto histórico.

Sin embargo, lo más difícil del filme no fue sólo recrear el marco físico, sino ese silencio de Dios ante el martirio que atrapa a uno de los jesuitas del filme, basado en una novela del católico japonés Shusaku Endo (1923-1996), publicada en 1966.

Tanto la novela como el filme tratan de modo realista la persecución sufrida por los cristianos, «que fue brutal y no puede adornarse con ningún tipo de excusas», dice González, un estudioso de la historia de la Iglesia en ese período.

Scorsese se sintió impactado cuando leyó la novela en 1989, en un tren en dirección a Kioto, y con su fondo católico y experiencia de monaguillo en su infancia recurrió a un asesoramiento serio.

El filme es un buen recordatorio de la participación de los jesuitas en el inicio del cristianismo en Japón, con la llegada del español San Francisco Javier en 1549, y su éxito inicial de abundantes conversiones, seguido por la persecución.

El 25 de julio de 1587, Toyotomi Hideyoshi, el daimio unificador de Japón, expulsó a los jesuitas y la iglesia tuvo que pasar a la clandestinidad y al martirio de más de 90 jesuitas, tres canonizados y 37 beatificados, durante más de dos siglos, cuenta a Efe González.

Scorsese reconoció, en un acto de promoción de la película en Taipei, la ayuda recibida en Taiwán para filmar «Silencio», incluyendo la del sacerdote Núñez, y el gran apoyo logístico isleño.

«Ha sido un sueño para mí y se ha hecho realidad en este extraordinario país de Taiwán. Fue una gran inspiración y espero que se haga justicia a todos ustedes», dijo Scorsese, quien tardó tres décadas en plasmar su sueño de realizar esta película.

 

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