Una extraña historia que comenzó en 2008, cuando una mujer que estaba lidiando con un divorcio llamó a una adivina por teléfono para hacerle una consulta.
La mujer se habituó a consultar a menudo a la adivina y se volvió tan dependiente de ella que -dice- se mudó de apato y comenzó a prostituirse siguiendo sus órdenes.
En 2011, la mujer se trasladó al apato en el barrio de Minato, Tokio, y después comenzó a trabajar en un prostíbulo en Shimbashi. Dicho sea de paso, el apato era de la adivina.
La mujer dice que la vidente “controlaba su mente”. Le hizo creer que había mal olor en el apartamento debido a que como supuestamente ella comía y vomitaba mucho se habían roto unas tuberías. Para compensar el “daño”, tenía que pagar una gran cantidad de dinero.
La vidente le decía a la mujer que tenía que hacer lo que le ordenara.
El Tribunal de Distrito de Tokio ordenó a la adivina pagar a la mujer casi 100 millones de yenes (870.000 dólares) en daños y perjuicios por controlar su mente y forzarla a trabajar como prostituta, reveló Tokyo Reporter.
La mujer le dio a la adivina la mayor parte de los 90 millones de yenes (784.000 dólares) que ganó como trabajadora sexual.
La adivina amenazaba a la mujer diciéndole que su supuesta deuda estaba creciendo o que la iba a mandar con las policías, o le decía que era una ladrona.
De acuerdo con el tribunal, la adivina inoculó “miedo en el corazón de la mujer haciéndole creer que tenía una enorme deuda, la controlaba a su antojo y la obligaba a entregarle cantidades significativas de dinero» fruto de su trabajo como prostituta. (International Press)
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