Hace 20 años comenzó la crisis de los rehenes en la embajada de Japón en Lima

14 terroristas irrumpieron en la celebración del onomástico del emperador Akihito

David Blanco Bonilla / EFE


Hace 20 años, durante la noche del 17 de diciembre de 1996, 14 miembros del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA), irrumpieron en una recepción en la residencia del embajador japonés y secuestraron a cientos de personas, en lo que se conoció como la «crisis de los rehenes» de Lima.

El secuestro sorprendió a las autoridades del entonces Gobierno de Alberto Fujimori (1990-2000) y dio inicio a cuatro meses de tensiones que terminaron el 22 de abril de 1997 con una exitosa operación militar que centró toda la atención mundial en Perú.

Fujimori, quien cumple una condena a 25 años de cárcel por delitos de lesa humanidad, utilizó hoy sus redes sociales para recordar los primeros momentos de un episodio en el que, según dijo, los subversivos pretendieron «entre otros objetivos, la liberación de 470 presos del MRTA y otras exigencias relativas al cambio del modelo económico del Gobierno.»


«Entre las más de 700 personas que se habían convertido en rehenes, se encontraba mi madre y mi hermana. Las amenazas del MRTA sucedían una tras otra», señaló en un mensaje publicado en su cuenta en Facebook.

El grupo del MRTA, liderado por Néstor Cerpa Cartolini, irrumpió en la celebración del onomástico del emperador Akihito organizada en la casa del entonces embajador japonés, Morihisa Aoki, tras hacer un hueco con explosivos en la pared de una vivienda que colindaba con la residencia, en el distrito de San Isidro.

En el lugar, los emerretistas encontraron a cientos de sorprendidos personajes, entre ellos autoridades como el entonces canciller Francisco Tudela, además de embajadores, congresistas, empresarios y periodistas.


Entre los rehenes de las primeras horas estuvo la madre de Fujimori, Matsue Fujimori, quien no llegó a ser identificada por los secuestradores y fue liberada poco después junto con decenas de mujeres y personas de avanzada edad que había en la residencia.

Entre los que permanecieron en poder de los subversivos estuvieron uno de los hermanos de Fujimori, Pedro; el economista y futuro presidente Alejandro Toledo, así como el almirante Luis Giampietri, quien a la postre cumpliría un papel crucial en el exitoso rescate con vida de 71 de los 72 rehenes


Conforme pasaron las horas, el Perú y el mundo comenzaron a conocer, atónitos, los pormenores del secuestro y a preocuparse por la suerte de los rehenes ante la posibilidad de un asalto armado para intentar un rescate inmediato, que finalmente fue descartado.

En ese lapso hasta los alrededores de la residencia también comenzaron a llegar decenas de periodistas, policías, bomberos y paramédicos sin saber que, en muchos de los casos, ellos también permanecerían en el lugar durante más de cuatro meses.

El secuestro terminaría al atardecer del 22 de abril de 1997, cuando unos 140 militares irrumpieron por túneles en la residencia para rescatar con vida a 71 de los 72 rehenes, en la operación Chavín de Huántar, denominada así en homenaje a los túneles de una famosa construcción preincaica.

Las fuerzas especiales lograron liberar a los rehenes, pero en el intercambio de fuego murió un magistrado, así como dos militares y los 14 secuestradores.

La Corte Interamericana de Derechos Humanos (CorteIDH) ordenó el pasado año al Estado peruano que siga las investigaciones sobre las denuncias de la presunta ejecución de algunos de los emerretistas.

Tanto Fujimori como los militares que participaron en la operación niegan cualquier ejecución y remarcan que todos los subversivos murieron durante el intercambio de disparos.

Fujimori ratificó hoy que «a dos décadas de la toma y luego de 127 días del exitoso rescate» se siente «satisfecho del manejo de la crisis y orgulloso del arrojo» de los soldados peruanos.

El pasado lunes, algunos de los militares que participaron en el rescate fueron homenajeados por una universidad privada, en un acto al que asistió el presidente de Perú, Pedro Pablo Kuczynski.

El gobernante abogó en su discurso de ese día por «construir un país moderno y más civilizado en el que haya un diálogo alturado» y se pueda «vivir con respeto».

 

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